Capítulo 45

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Despierto un poco hambrienta, miro la hora, 6:21.
Me levanto decidida a ir por algo de comer.

Bajé las escaleras, pero escucho a mis padres hablar.

-Ella tendrá que regresar, es mi última decisión. -Dijo mi padre.

-No va a querer, se volverá a a escapar.

-Pues si no quiere, no vivirá en nuestra casa.

-Aún es menor.

-Sólo hasta los próximos meses, mientras que trabaje entonces, no la mantendremos.

Hago acto de presencia.

-Elizabeth. -Habla mi padre.

Debo ser sincera, me tiembla todo, mi padre siempre me ha dado miedo.

-Padre. -Contesté.

-Empaca tu hábito, te regresaré al convento.

-No. -Sentencié.

-¿Perdón?

-Yo no quiero regresar.

-No es que quieras, Elizabeth.

-¡No quiero! -Chillé.

Mi padre me miró furioso.

-Si no regresas al convento, te mandaremos a un retiro de cinco años en el extranjero. Nosotros no te mantendremos aquí.

-No te estoy pidiendo que me mantengas, sólo te pido que me entiendas. Yo no soy feliz ahí adentro. Por favor, entiendan. Yo quiero vivir aquí afuera, ni encerrada, quiero salir, quiero gozar, quiero...

-Vivir no es salir con hombres y acostarte con ellos. Tu madre me dijo lo que hiciste.

-No hice nada malo.

-Nada malo... -Rió. -No sé si estoy hablando con la Virgen María ... O con María Magdalena.

-Con tu hija.

-Ya no sé qué pensar de ti. Mira que escaparte dos veces del convento y meterte a la cama de Dios sabe cuantos hombres.

Una lágrima cayó.

-Qué decepción, Elizabeth. ¿Qué dirá Dios? -Dijo mi madre.

Nadie me había juzgado tanto a tal grado de hacerme cambiar de opinión.

-Entonces... ¿Qué solución propones? Regresas al convento o te vas cinco años a un retiro, decide.

-Convento.

-Bien, empaca tu hábito... No, mejor no, póntelo, qué vergüenza que te vean así vestida. Nos vamos mañana en la tarde, sube y pide perdón a Dios por todo lo que has hecho.

Di media vuelta y así lo hice.
Me encerré en mi habitación.
Lloré muchas horas, y es que es imposible hacer entrar en razón a alguien como mis padres. Son como parásitos sin ojos siguiendo una fe de mentiras.

Un sonido raro llenó mi oído, era una vibración... Era mi celular.
Lo tomé, era un mensaje de Ashley, como siempre.

"Lo siento por todo, en verdad te quiero, pero quiero que seas feliz"

-Ashley, te necesito en estos malditos momentos. -Chillé.

Una idea absurda llegó a mi cabeza, pero necesitaba ayuda, la necesitaba más que nada.

-¿Elizabeth? -Su voz sorprendida desde la otra línea.

-¡Ashley!

-¿Qué pasa? ¿Estás bien?

Sweet Blasphemy (Ashley Purdy FANFIC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora