Sotomonte

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Me costó dormir aquella noche y no precisamente porque el único espacio disponible para descansar en casa de las chicas fuera el sofá, sino que tenía cierta inquietud por la entrevista. Necesitaba el trabajo y esperaba hacerlo bien pero no podía evitar cerrar los ojos y pensar en todo lo que me podría ir mal. No pegué ojo mas de dos o tres horas en toda la noche así que cuando el primer rayo de sol se coló por la ventana y chocó contra mi cara, maldije en mi idioma lo obsesiva que podía llegar a ser cuando algo me preocupaba.

Cuando abrí los ojos me encontré con Anna preparándose un café en la cocina, cocina que al no estar separada por ninguna pared del salón hacía que me llegase absolutamente todo el olor de aquel liquido que me apeteció al instante. Froté mi cara mirándola a lo lejos y ella llevándose su taza a la boca me sonrió.

- Buenos días -. Me dijo animada.

- Buenos días, que hora es? -. Pregunté aun adormilada y la vez exaltada, no podía ser muy pronto porque Anna parecía bastante despejada. No me perdonaría en la vida llegar tarde a mi primera entrevista de trabajo.

- No te preocupes, son las 7:30 -. Sonrió tranquilizándome.

- Madrugadora -. Obvié a la vez que me levantaba del sofá y doblaba la manta con la que me había abrigado toda la noche.

- Estudio el máster al norte de la ciudad, y para llegar hasta la otra punta de Manhattan en hora punta o salgo pronto o estoy perdida -. Hizo una pausa. - Café? -. Ofreció.

- Si por favor, he pasado mala noche por los nervios -.

- No estés nerviosa, lo harás bien (____) -. Asentí autoconvenciendome y Anna empezó a ponerse una fina chaqueta preparándose para salir. Abrió la puerta ya con el bolso colgado del hombro. - Las chicas siguen durmiendo, tienen clases mas tarde, luego me cuentas? -.

- Sí Anna a la tarde nos vemos y te cuento -. Sonrió y desapareció por la puerta. 

Me di una ducha con el permiso de las dueñas del apartamento que se despertaron rato mas tarde muy enérgicas y a la vez quejicosas por tener que pasar el día estudiando y trabajando. Cuando salí del baño sequé mi cabello mojado y envuelta aun con la toalla me puse mis gafas de pasta con las que podía ver de lejos ya que a veces tenía cierta dificultad. 

Abrí mi maleta y de ella saqué unos simples leggins negros y los combiné con una camiseta de tirantes color caqui y unas bambas bajas color blanco, las mismas con las que había llegado el día anterior. Preparé mi bandolera color marrón con un curriculum actualizado, la colgué de mi hombro y haciéndome un moño desenfadado en el pelo salí hacia la entrevista.

Caminé unos quince minutos, la propiedad donde me tocaría hacer la entrevista estaba en el Soho, no muy lejos de la casa de mis nuevas y locas amigas, punto a mi favor si quería tener amistades aquí, que no estuvieran muy lejos de mi trabajo era una ventaja, al igual que la escuela de baile.

Con el papelito en la mano donde el dia anterior me había anotado la dirección del Sr. Sotomonte, fuí mirando por esa calle numero a numero para ver si finalmente encontraba la oficina o lo que fuera el lugar donde me entrevistarían.

Cuando por fin llegué me sorprendió ver que el edificio no era una empresa o despacho, ya que desde fuera parecían todo viviendas de alto standing. No me dejé engañar por las apariencias y con toda la valentía que pude apilar en aquel momento, entré en la portería. Era de color amarillo apagado y constaba de una gran entrada de vidrio, a la derecha una mesa donde el portero de la finca hacía su trabajo y en medio de todo aquello un moderno ascensor con unas escaleras a la derecha de este.

Mis nervios eran palpables porque me temblaban las manos, no quería que se me notaran así que agarré con las dos manos fuerte la tira de mi bandolera, que seguía colgando de mi hombro. Carraspeé llamando la atención del portero, un señor bastante anciano que en esos momentos leía un libro. Levantó la vista y yo le sonreí con los mismos nervios.

Mingus Nanny ( Norman Reedus y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora