Tenía una muñeca. Quería que todo el mundo la viese, pero como no podía salir de casa, la dejaba en mi cama. Era una muñeca con el pelo azul. Tenía los mofletes colorados y sus ojos marrones estaban rodeados con pecas. Se llamaba Peny.
Me levanté de la cama poniéndome el zapato y metí a prisa los libros en la mochila. Me acomodé la falda, esa falda del uniforme del instituto que tanto odiaba, pues tan solo era negra y a mi me gustan los colores alegres, cogí mi abrigo y la mochila y salí de mi habitación.
El piso estaba tranquilo a esas horas de la mañana. Mis dos hermanos se habían ido con el coche de papá a la Universidad y mi madre había llevado a mi padre a trabajar. Mi padre trabajaba en el restaurante de la familia Jones, esa era mi familia. Mi abuelo, que en paz descanse, dejó el restaurante a cargo de mi padre, pues mi tía estaba muy ocupada casándose de nuevo y yéndose a vivir a México. Como sea, mi padre se quedó el local y desde hace 5 años le iba muy bien. Hacía las mejores hamburguesas de la ciudad. Mi madre, como no trabajaba por un problema de espalda, a menudo iba a ayudar a mi padre en la cocina. A mí me ofreció ir a trabajar de camarera, pero rechacé la oferta. Me gustaría vivir mi adolescencia sin trabajar hasta los 18. Mis hermanos, en cambio, ya tenían trabajo mientras estudiaban. La más mayor era Annete, quién con 23 años se estaba sacando la carrera de derecho y trabajaba por las noches en una discoteca. A mis padres no le hacía gracia, pero la apoyaban igualmente. El mediano de los tres era Ilias. Tenía 19 y estaba estudiando artes escénicas. Todo un artista. Trabajaba de ayudante de cocinero de mi padre, así que no le iba mal.
Y en cuanto a mí, bueno, con 16 años aún iba al instituto, pero ya tenía bastante claro lo que quería ser de mayor. Soñaba con ser una fotógrafa famosa, esas que ves una foto y dices "¡Sé de quién es esta foto! De Crescent Jones." Pero aún tenía un largo camino por recorrer, y no sabía si estaba preparada.
Desayuné lo más rápido que pude y salí a la calle. Era la única que no iba en coche por la mañana, y así lo prefería. En el camino al instituto había arboles de color naranja y amarillo, pues estábamos en otoño y ya empezaban a marchitarse. El viento me daba en la cara y hacía que mi pelo volara detrás de él, mientras que mi nariz se ponía roja por el frío y mis manos se congelaban. Me gustaba ver el paisaje, ver como tan solo yo me daba cuenta de lo bello que era aquel lugar.
LLegué a clase 10 minutos antes de que sonara el timbre. Me acomodé el pelo sacando mis manos de los bolsillos. Lo bueno de mi pelo era que era súper liso y casi nunca se enredaba, así que no me llevó mucho tiempo peinarlo. Subí las escaleras con los demás alumnos y me dirigí al aula 12, mi aula.
Rosie estaba sentada en el suelo con la espalda pegada a la pared. LLevaba el pelo negro tapado con un gorro negro y sus labios del mismo color podían verse desde aquí. Sonreí al verla. Rosie venía cada día vestida de un estilo diferente. A veces vintage, a veces hippie, a veces de rockera y a veces de gótica, como hoy. Ella no quería llevar uniforme y juro que era la única que no lo llevaba. Su madre había muerto hacia unos meses y a los del instituto les pareció bien dejarle hacer lo que quisiera. Sin saber que Rosie odiaba a su madre, y fue un alivio para ella su muerte, o eso me había dicho.
Estaba hablando con Samuel, un chico de nuestra clase. Me senté junto a ellos en el frío suelo y les saludé.
-¿Cómo va?-me preguntó Samuel con una sonrisa.
-Bien, ¿y a ti?
-Estoy un poco cagado por el examen de italiano.
-Ah, mierda, ¿ERA HOY?-preguntó Rosie entrando en la conversación.
-Sí, justo a última hora.
-Bien, tengo todo el día de hoy para estudiar.
-¿Te dará tiempo?-dije alzando las cejas-. Son dos temas de vocabulario y gramática.
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Llámame bebé | DDlg
RomanceCress es una chica con unos gustos un tanto...peculiares. Nadie sabe de ello menos su mejor amiga, Rosie, a quién se lo cuenta todo. Un día, Cress va al restaurante de su padre a comer como cada jueves, y allí se encuentra a un empleado, Dante, quié...