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Muchas veces, desde la habitación que tía Cailín me asignó, veía a un chico. De cabello negro y vestimentas algo simples, pero no feas, vaqueros, camisas a cuadros o playeras de colores neutrales. Le lucen. Al parecer, él no se percataba de que yo lo miraba de forma bastante curiosa. No era el tipo que lo viera pegado de su teléfono cada dos por tres o entrara chicas, bueno, eso desde que lo veía, la mayoría de veces solo se sentaba detrás de un escritorio y allí se quedaba por un buen rato entre libretas, una computadora y hojas de papel.

No sabía su nombre, pero estaba muy segura que de alguna manera me lo iba a averiguar.

Para ese entonces la curiosidad de recién llegada a ese vecindario me estaba matando.

Le pregunte a tía Cailín si tenía idea de quien era y su respuesta más o menos fue: "Los hijos de Agnes, no son muchachos de confianza, desastrosos y promiscuos"

Y no, fuera de eso no pude sacar más información de mi tía.

Todo siguió siendo así hasta la tarde que lo escuche colocar música (lo había hecho antes y la verdad su gusto musical me encantaba) Todo lo hizo Simple Plan, todo para que yo tomara algunas piedras blancas pequeñas de un jarrón que por accidente rompí y comenzara a lazarlas contra la ventana de ese chico. Al principio él no se asomaba, estaba dispuesta a hablarle y buscar la información por mí. Cuando se asomó y no vio a nadie se iba a devolver, fue allí a donde tuve que recurrir a mi peculiar silbido... de esos que se escuchan de aquí a diez cuadras.

Funciono, sí.

Fue allí donde me miro y pude ver los ojazos que él se cargaba, grises.

Creo que esa es una de mis debilidades como chica...

En fin. Luego de una breve charla fui a su casa, necesitaba despejarme de solo ver TV o ver mi tía hacer crochet y darme clases del mismo, aburrido. Y si no era así, tía Cailín se la pasaba regañándome por mi postura y forma de sentarme (que es muy parecida a la de un chico) o mi aspecto.

¡Por Dios! No soy Barbie, no llevo las palabras "Perfección y belleza" tatuadas en la frente.

Pude hablar con "Norman" (así resulto llamarse el pelinegro no muy fornido) fue algo muy interesante, me agrado al instante, pero eso sí, pude notar toda la negatividad sobre sí mismo que lo rodeaba... y eso se lo dije, se estaba dando como muy duro...

Ahora si me veía aquí en un nuevo instituto. Lo bueno era que estaba con quien era mi vecino y quienes supongo son sus amigos, no lucen tan mala onda, incluso el chico pelinegro, Juliá, el cual tenía un par de ojazos azules (mi otra debilidad) parecía amigable si se le quitaba la expresión tipo "Voy a matar a todos, ya lo verán"

El timbre sonó y yo seguí a Norman, ya que resulta, tenemos los mismos horarios, no podía ser más genial, me encantaba. En el sentido de que no estaré sola como el champiñón, claro. En general esta primera clase me toco con todos los chicos, Norman parecía ser muy unido al otro chico castaño de playeras azul oscuro, Troy, creo que así se llama, tal vez son solo buenos amigos ya que Norman no es gay.... O eso me dijo.

Darkar se sentó al lado de una chica rubia que lo miraba como si fuera un pedazo de carne.

Desesperada.

Nunca faltan esas chicas que se vuelven las súper perras de algún lugar. En los Ángeles, sí que abundan las plásticas que se creen familiares de Kim Kardashian o Katy Perry.

Por favor.

Norman se sentó con Troy y a mí me tocó con Julián por lo que vi. Lo bueno es que el en ningún momento expresó que le molestara o algo. El solo me miró y no mostró mucha importancia al hecho que me sentara a su lado.

— Gracias por dejarme sentar — dije sincera.

— La mesa y las sillas no son mías, por más que quisiera no le puedo prohibir a alguien que se siente a mi lado — respondió con frialdad.

Aush, hasta a mi eso me dió escalofríos.

— Una pregunta y no te la vayas a tomar a mal ¿sí? Solo soy algo directa y descarada — Julián enarcó una ceja — ¿Eres gótico o emo?

— Solo soy un ser humano — levantó el brazo y lo coloco sobre la mesa.

Se ve que lleva una playera de manga corta negra y sobre ella un buso de color gris de mangas largas abierto y con las mangas recogidas... deja ver un par de feas cortadas horizontales.

Oh mierda, esto solo dice una cosa.

Julián parece notar que miro su brazo de forma descarada y lo baja.

— Lo siento — me disculpo.

— Nah, no importa, total ya es costumbre que algunos chismosos se quedan mirándolas.

— Son feas... — admito y lo miro. Ignorando el hecho que me llamo chismosa disimuladamente.

Soy sincera ¿okey?

— ¿Quién ha dicho que son lindas?

— O sea, no lo digo en el sentido de como se ve, si no en el que tuvo que ser algo muy duro para recurrir a esa opción, que por lo que veo — lo miré y él puso su mirada azulada fija en mi — Salió fallido, el plan fracasó — Julián intentó decir algo pero yo levanté una mano para hacerlo callar... ese gesto los aprendí de mi tía, por nada — Y no, no te estoy juzgando, porque yo hubiera hecho algo similar si mis problemas no tuvieran salida... pero créeme algo, eso nunca pasa, todo tiene salida, todo, excepto la muerte... que irónico...

Julián se quedó en silencio y me miró. Levanté mi mochila del suelo y la coloqué sobre mis piernas. Abrí el bolsillo de adelante y saqué una bendita de color azul con caras tiernas de conejos.

— Levanta tu brazo — ordené a Julián.

— ¿Qué mierd...?

— Solo levántalo y ya, no te voy a hacer nada.

— ¿Para qué?

— Solo hazlo chico lindo.

Julián revoleo los ojos y levantó su brazo dejándome muy a la vista su cortada horizontal. La bendita se ve inútil pero solo la quiero como un símbolo. La colocó sobre una de sus cortadas y tal parece que el pelinegro capta la señal que estoy dando.

Esto solo significa una cosa. Sé que no conozco a este chico y no sé qué demonios es lo que le ataca, pero esos ojos azules dicen que hay dolor bajo esa apariencia pálida y fría.

No estás solo y por alguna extraña razón quiero intentar ser la cura...

Mierda, eso sonó tan cursi.

Johan me pegaría con un cuaderno en la cabeza si estuviera cerca. Eso haría seguramente para decirme o más bien gritarme un "¡OYE CONTRÓLATE Y NO DEJES QUE ESOS ESTRÓGENOS TE GOBIERNEN MUJER!"

— ¿Por qué? — preguntó en voz baja — No quiero hacerme ver muy comprometedor con la novia de la rata de laboratorio.

— Norman no es mi novio, es solo un amigo.

Julián asintió.

— Pensé que ese saludito tan emotivo significaba algo más.

— No me digas Julián ¿te gusta el chismorreo? — me burlé.

— No es eso. 

Proyecto: En busca de la chica ideal  #BrightAwards2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora