Desperté en el sofá, mi cuerpo cubierto debajo de un lienzo. No recordaba haber buscado un embozo anoche, no recordaba haberme levantado de este sofá luego de cerrar los ojos. No tenía idea de como había llegado ahí. Diría que mi padre es el responsable, pero no hay rastros de que haya pisado la casa el día de hoy. En todo caso, me hubiese cargado hasta mi habitación, no le hubiese agradado la idea de dejarme dormir en el sofá. Por eso, de pequeña siempre me hacía la dormida para que me cargara hasta mi habitación cuando estaba muy agotada. Siempre funciona.
Tenía que ir al instituto, pero no podía dejar a Lula en casa por sí sola. Ella no asistía a ningún instituto, más bien ha estado recibiendo educación doméstica desde hace ya un par de años. Todo empezó cuando tuvo un ataque de asma y fue enviada a emergencias. Le ha espantado volver a pisar un instituto desde entonces, por eso nunca acompaña a mis padres al llevarme a mí. Lula bajó las escaleras en pijamas, restregándose un ojo. "¿Dónde están mamá y papá?" Preguntó, seguido de un largo bostezo.
"No han regresado." Contesté brevemente. El reloj de la sala marcaba las 8:37 A.M., faltaba ya poco para que mis clases iniciaran y yo seguía en casa tratando de decifrar qué hacer. Finalmente decidí faltar a clases hoy, estoy segura que mis padres comprenderán, y le pediré a Lea y a Dalton los apuntes de hoy. "¿Tienes hambre?" Le pregunté y ella asintió. Tenía un hambre atroz. Ayer no había almorzado, estaba tan ocupada con mi hermana y mi madre que comer fue lo último que pasó por mi cabeza. Tampoco cené, estaba muy cansada y sólo pensaba en dormir.
Una vibración en el sofá me sobresaltó, era mi celular. Tenía una llamada entrante de un número desconocido. Dudé si contestar o no. No acostumbraba a contestar llamadas de números desconocidos. Pero en este caso era algo a lo que no podía negarme, podrían ser mis padres llamando desde el hospital por todo lo que sé.
"¿Hola?" Dije. Tan sólo escuchaba una respiración algo agitada del otro lado de la línea. Muy pesada para ser de una mujer.
"Hola Piggy." Tan sólo al llamarme de esa forma sabía quien era. "Quise decir Peggy. Lo lamento, la costumbre." Dijo después. Me satisfacía escucharlo decir mi nombre correctamente por primera vez en todo lo que llevamos conociéndonos. "¿Quiéres que te pase a buscar para ir juntos a la escuela?" Ofreció. Realmente me apenaba negar su invitación, pero no había de otra, después de todo hoy no asistiría a clases.
"No iré hoy, mis padres aún no llegan y no puedo dejar a Lula sola." Contesté. Él gruñó.
"¿Vamos a desayunar juntos entonces? Yo invito. Lula puede elegir el lugar." Espera.. ¿qué? ¿Acaso iba a faltar a clases por mí?
"No deberías faltar a clases Dalton, arruinará tu récord." ¿Qué diablos digo? Si ni a mí me interesa mi jodido récord.
"Como sea, lo más interesante de mi día eres tú. Bueno, molestarte, pero ya entiendes." Me reí ante su chiste, lo encontraba bastante tierno. Acepté su invitación y le dije a Lula nuestros planes. Ella saltó de la emoción cuando le comenté que Dalton nos acompañaría. ¿Qué onda con ella? Les juro que este chico es un brujo o algo así, es como sí embrujara a cualquiera del género opuesto.
Luego de tomar una corta ducha, debido a que anoche también me había duchado, me coloqué un crop tank vest de nirvana con unos pantalones negros de cuero y unos converse clásicos en negro. Mi celular vibró de nuevo, pero esta vez era un mensaje que había recibido. Era de Lea.
¿Por qué no estás aquí? ¡Te odio! Me has dejado sola con estos bichos, y para empeorar, Sexy Dalton tampoco ha venido.
Pensándolo bien, no creo que salir con Dalton sea una buena idea. ¿Qué tal si Lea no lo toma bien? Es decir, se nota que le gusta, no quisiera entrometerme o arruinar cualquier relación que ambos podrían tener. Pero bueno, ¿quién ha dicho que Lea debe enterarse? Es sólo una salida amistosa, ¿no? Era como si tuviese un diablillo en mi hombro izquierdo y un ángelito en mi hombro derecho, ambos jugaban con mi mente y no me dejan distinguir el bien del mal.
