"Hola." Dije, sin darme cuenta que mis manos temblaban y mi voz se entrecortaba.
"¿Te ha gustado la bebida?" El chico pregunta. Me apena admitir que no me la he tomado yo, sino que mi mejor amiga aquí mi lado se la ha tragado como si nada. Jugué con el borde de mi vestido momentáneamente pensando en qué respondería. A ver, qué le digo, qué rayos le digo.
"Pues gracias, bombón. No se la tomó ella, me le he tomado yo y vaya que sí me ha encantado." Dijo Lea, el calor de mis mejillas incrementando. A esta altura mis mejillas deben estar tan rojas que todos en el salón debieron de haberlo notado. Miré apenada al chico de rizos agraciados, él tan sólo me dedicó una calida sonrisa y yo le devolví el gesto con una sonrisa de mi parte.
"Me alegro que te haya gustado," Le dijo a Lea, tomándo su mano y besándo la parte posterior de esta. Lea parecía algo pasmada, tan sólo asentí como boba. Yo secretamente me reía, tratando de no explotar su burbuja de cuento. "Mi nombre es Dalton Foster." Dijo para finalizar. "He escuchado que tu nombre es Lea, es un hermoso nombre. Es un deleite conocerla." Vaya, este chico sí que sabe.
"El aceite es todo mío." Contestó Lea.
"Deleite, Lea. Ha dicho deleite." La corregí, pero ella sólo asintió atontada.
"¿Y tu nombre es?" Preguntó Dalton con su mirada dirigida hacia mí. Entonces pude observar afablemente el color de sus ojos, eran de un color verde almendrado. Recién noté los hoyuelos que se formaban en su rostro cada vez que sonreía, supongo que estaba más concentrada en la reacción de Lea que en observar las distintas facciones del muchacho.
"Peggy." Dije. A veces mi nombre me avergonzaba. Esta era una de esas veces. Me recordaba a un cerdo, no sé por qué. Siempre me he preguntado por qué mi padre decidió nombrarme así, por qué no un nombre más común como Ana, María o hasta Manuela. Y no vayamos hasta mi segundo nombre, ese ya es otro largo tema por discutir.
"Que nombre tan interesante." Dijo el muchacho, no podía distinguir si lo decía con tono de burla o si de verdad le resultaba cautivador mi exótico nombre. "Las dejo chicas, mi hermana me está esperando por allá." Señaló a nada más ni nada menos que Pauline Brewer. ¿Es una broma?
"¿Ella es tu hermana?" Pregunté asqueada, realmente no me importaba si notaba mi tono de grima o no, no me importaba admitir mi odio hacia esa cochambrosa.
"Hermanastra. Lo sé, es intolerable de vez en cuando, pero yo no puedo controlar con quien se casa mi madre." Admitió. "Fue un placer conocerlas a ambas, nos vemos." Se despidió Dalton, caminando hasta donde se encontraba su pesada hermanastra.
Minutos después mi celular comenzó a vibrar, era un mensaje de mi padre que decía que ya era muy tarde y que volviera a casa. No me había dado cuenta de que eran ya las 2:47 AM., mis padres probablemente se fueron a casa mucho más temprano que yo, lo que significa que volvería a casa con Lea. "Lea, tenemos que irnos, ya está bien tarde ¿no crees?" Pregunté a mi mejor amiga, quien seguía echándole el ojo a Dalton. "Vámonos." La tomé del brazo y la llevé hasta el estacionamiento, entrándo en el copiloto junto a ella.
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Me había levantado con unas náuseas vastas, lo más probable es que algo de lo que tomé y ingerí anoche me haya echo mala digestión. Llevaba desde las 8:00 AM. despierta, debido a que me había levantado a esa misma hora para vomitar un par de veces. No he podido volver a dormir porque cada vez que me acostaba de nuevo, tenía que levantarme a regurgitar. Afortunadamente, no he vomitado de nuevo en las últimas dos horas que han pasado. Apenas he dormido unas cinco horas y siento las ojeras pesarme debajo de los ojos.
Tomé mi laptop y la coloqué sobre mi regazo, mientras esperaba que mi madre me trajera una sopa que se había propuesto a preparar. No es que se la he pedido ni que no podía prepararla yo misma, simplemente me pidió permanecer en cama todo el día y me ofreció sopa de pollo. Cómo no resisitirse a una sopa de pollo.