Su recuerdo de la situación estaba casi en blanco. Lo mas seguro fuera que había estado bebiendo antes de atender el llamado de emergencia. Su cabeza estaba completamente aturdida, sus músculos estaban duros como una roca y cada movimiento le costaba cada vez más fuerza, todo el cuerpo le dolía. Pero Karla era una mujer muy persistente y obstinada. Su cabello, a pesar de ser corto, estaba hecho un desastre y eso no era algo que ella estuviera dispuesta a soportar ni un segundo más. No era una mujer muy vanidosa, sin embargo, siempre tiene un peine o un cepillo a la mano para cuando su cabello se desacomoda.
Su obsesión por tener su cabello bien peinado era simple. Ella odia peinarse. Los dolores de cabeza que le provocan las resacas constantes causadas por su problema con la bebida, la vuelven muy sensible, peinarse implica varios jalones por culpa de los nudos que se forman en su cabello. Mirarse al espejo tampoco era algo que ella disfrutara. De hecho, solo hay un espejo en su apartamento, el cual se encuentra ubicado en el baño, lejos de la puerta, donde nadie puede escuchar sus quejidos mientras cepilla su cabello que, a pesar de ser corto, le da muchos problemas.
Para ser una mujer muy imponente. Tenía una mirada un tanto misteriosa, una mirada triste pero enérgica, una mirada penetrante y, al mismo tiempo, perdida. Una mirada muy evasiva que intenta evitar el contacto con cualquiera. Pero esa no era su característica más misteriosa.
Las cicatrices en sus manos le ardían. Intentaba apagar el ardor con agua pero no era muy útil. Las marcas parecían estar al rojo vivo de un color tan claro que casi podía emanar luz propia y el dolor le recorría a paso lento el resto de su cuerpo. Un dolor bastante fastidioso y constante imposible de ignorar y aún más imposible de evitar.
con la mirada totalmente incapaz de centrarse, un caminar tambaleante y un cuerpo exhausto, su cama se mira como el lugar perfecto para pasar el resto de la tarde, con la mirada perdida en el techo de la habitación y su cuerpo perdido entre las sabanas. Es una lástima que eso implicara arruinar su cabello de nuevo. No estaba tan cansada para arriesgarse a tener que sufrir esos horrendos jalones de cabello de dos veces en un día.
Quizá meditar un poco ayudara a relajar su cuerpo y despejar su mente para librarse del dolor en sus brazos. Pero su cuerpo apenas y le permite adoptar una posición cómoda para hacerlo sin quejarse. El solo hecho de respirar le es respondido por un dolor pequeño pero intermitente que ella ha comparado en muchas ocasiones "golpearse el dedo pequeño del pie". Un dolor bastante popular y molesto. Apenas y recuerda lo que pasó la noche anterior, una noche muy violenta, pero su cuerpo no. En la serenidad y silencio de la habitación, su memoria corporal recuerda haber vuelto al apartamento, pero, no por voluntad propia. Quizá pidió un taxi para llegar a casa, el chofer la trajo y al ver que apenas y podía moverse se ofreció a ayudarla. Pero investigando más a profundidad no recuerda haberse subido sola si quiera a un auto, quien sea que la ayudo fue desde antes. Pero justo cuando su cuerpo lograba una relajación profunda, un estruendoso sonido entro por debajo de la puerta interrumpiendo su momento de paz. Viendo el lado positivo, el ruido hizo que el dolor en sus manos desapareciera, pero causo una gran molestia en su ser.
Frente a la entrada de su habitación se encuentra la sala. Una enorme habitación con una enorme ventana, sin cortinas para su mala suerte. A la izquierda se encuentran el comedor, la cocina y un mini bar bastante atractivo a su mirada. Pero no era hora de buscar una bebida si no el origen de aquel ruido, el cual no parecía provenir de ahí. Con la mente un tanto perdida, trato de concentrarse en el sonido que había escuchado antes para tratar de identificarlo. Fue como algo metálico, un golpe hueco y bastante peculiar. Un sartén quizá, algo de la cocina definitivamente. Con pasos pesados y sus pies descalzos camino hacia la cocina. Paso junto a la cocina y efectivamente, había alguien ahí. Joven de cabello corto, ojos cafés, entre un metro setenta o un metro ochenta de estatura y piel blanca. Tal vez unos ocho años más joven que ella pero definitivamente su corpulencia le llevaba ventaja. Lo miro fijamente y luego miro a la entrada del apartamento y parecía estar normal, no estaba forzada ni mucho menos derrumbada. La duda le recorría el cuerpo y su boca intento articular la pregunta, pero esta llegaba tan rápido como se iba y no le permitía terminar la acción. Cerró los ojos y se froto la cara firmemente con las manos y cuando los abrió, logro por fin realizar la cuestión.
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Energy
Science FictionKarla es una mujer con problemas de bebida cuyo trabajo es bastante extraño, atrapar entes enérgicos que se manifiestan de forma agresiva en lugares públicos muy concurridos. Es así como conoce a dante, un joven cuya habilidad natural es detectar a...