Contra las reglas...

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Lanzó un suspiro, levantó suavemente su cabeza, para nuevamente dejarla caer de nuevo, dejando escapar su aliento.


Cerró sus ojos, presionándolos fuertemente, tratando de contener su tonta debilidad.

Su expresión se volvió indiferente, dejando abrir un poco su boca, dejando notar que sus labios estaban secos.

Sus ojos azules como la noche oscura, ahora perdidos en los de ella. Mientras observaba su rostro colmado de desprecio.

Su rostro se tornó dolorido, los ojos de Ella se volvían húmedos, casi lluviosos de un instante a otro. Sus mejillas comenzaron a enrojecer lentamente. Su mirada pedía un "Ya no, basta. ¿Qué estamos haciendo?" Su respiración comenzó a tensionarse, contemplando esos ojos tan oscuros.

Reglas, tontas reglas.
Simplemente no se contuvo.

La atrajo hacia él rápidamente, contra el plan, rozando sus labios suavemente en algo que parecía eternidad. Dulce sabor a lágrimas. ¿Qué estaba haciendo?

Se lo repitió a él mismo cuando la chica no contuvo su desesperación.
Abrazándolo fuertemente, presionando su rostro fuertemente contra el pecho del chico.
No le importaba.

Sus respiraciones se aceleraron.

¿No se suponía que esto era lo que querían?

... ¿Acaso no era esto lo que querían?

El lanzó un fuerte suspiro, dejando resbalar una débil lágrima.
No pudo ejecutar palabra ni bien sintió que la chica se aferraba aún más fuerte a él, cabizbaja, sin siquiera querer mirarle.

Ninguno de los dos podía soportarlo.

Ella era una persona fuerte, de un temperamento alto, pero... no,
simplemente, ahora no. Se aferró fuertemente a él, sin pronunciar palabra.

El también, una persona fuerte, fría... pero el sentir las suaves manos de ella alrededor dándole un cálido abrazo lo volvía débil.

Ella levantó la cabeza mirándolo directamente a los ojos. Dejo abrir un poco sus labios, húmedos. Colocó su mano en el rostro del chico, acercándose suavemente para cometer algo de lo que luego se arrepentiría.

El comenzó a agitarse, no podía evitar observar esas pequeñas lágrimas, ese hermoso rostro, ahora blancuzco, apagado. ¿Eso es lo que había hecho?

Sus labios se habían vuelto a rozar, suavemente, dolorosamente.

El colocó cuidadosamente sus manos alrededor de la cintura de la chica, mientras esta se paraba un poco de puntas de pie.

Eternidad. Dulce momento tan duradero...


"Palabras para el olvido"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora