Fool

Tercer Jugador

Lee Seunghoon | muerto | edad veinticinco años

El sol se había escondido y el pobre de Seunghoon andaba por las calles oscuras. Mientras una pena se propagaba alrededor de su cuerpo, cargando la moto como un símbolo a la inexplicable culpa que lo mareaba; nada tenía sentido, estaba tan vacío luego de haberse sumergido en el mismo infierno ¿Por qué? Se cuestionaba, se arañaba los brazos, se sostenía la cabeza con las palmas de las manos, dejando que las lágrimas fluyeran lavando la sangre de sus manos. Su cuerpo resbalando hasta que choca con el suelo y se mantiene en ese sitio, dudando el poder volver a levantarse luego de lo que sucedió y piensa ¿Podre simplemente quedarme en este lugar? Porque no supone que tenga sentido seguir viviendo. Pero desconoce que su muerta es parte de toda la ecuación.

Los recuerdos se materializan causándole un dolor que se mantiene. Su amada moto va por las calles, tan poderosa como siempre, pero el odio se esparce en su corazón por los hechos de su rebeldía. De esas que no tienen manera de controlarse, que es, será aun después de que abandone la tierra. No lo sabe muy bien, pero el sentimiento es tan agobiante que es difícil olvidarlo, a pesar de no hacer conexiones claras acerca de dónde surge exactamente "He hecho algo malo, hice algo mal, sobrepase la línea... nunca me interese por los demás... nunca quise hacer sufrir a nadie ¡Pero mira donde he terminado!".

Se levanta, toma el casco y lo abraza, como sin con esto interpretara a un ser que ha partido. Solloza, le susurra palabras de aliento, sus manos trémulas le acarician, un desastre de sentimentalismos y palabras sin sentido que expresan un claro arrepentimiento escrito con el corazón.

—Eres extraño, tu cerebro forma distintos escenarios a los esperados — ante él se halla un ser esplendoroso. Y lo primero que llama su atención son las cejas, esas cejas ¿No las había visto antes? "Nunca quise hacer sufrir a nadie" —Esta gasolinera... este lugar existe. — le dedica una sonrisa de lado.

—Existe porque estoy aquí ¿No es eso obvio? Aunque dudo acerca de ti. Eres y no lo eres al mismo tiempo ¿O es que me equivoco? — Su estado sigue siendo patético; con el casco lleno de sus lágrimas, los ojos rojos, el leve temblor, los cabellos cayendo descuidadamente —O quizá tengas razón.

— ¿En qué tengo razón? — sus manos se hacen unos puños. Puede sentir que Seunghoon el del tipo arrepentido de sus actos, que raya más en humanidad pura que pecado original.

—Todo, cada palabra que dices. Siempre es de esa manera... estas aquí refulgiendo como una especie de ángel y juzgándome en silencio. — sus ojos se encuentran, entonces cree saberlo todo a pesar de seguir tan ciego y herido como en el inicio de su viaje.

Entonces desaparece así como apareció. De nuevo se encuentra absolutamente solo, con todas las memorias revolviendo su poca estabilidad en esa noche helada. Mira al sitio donde se encontraba, enarcando los ojos como si esperase que vuelva aparecer con el esfuerzo. Suspira derrotado, mas no calmado, aun no lo consigue pues un accidente se reproduce en su cabeza constantemente -Él iba corriendo esperando no haber causado una muerte- recarga su barbilla entre sus manos posadas en la parte delantera de su moto. No quiere ser partícipe de tal acontecimiento ¿Debería suicidarse entonces? Se alza precipitadamente, toma el casco y lo lanza lejos, con toda la furia hacia su persona envenenándolo. Pero este prende en llamas "Algo no está bien aquí" cierra los ojos apretándolos con fuerza, vislumbrando los colores psicodélicos.

Al abrirlos está en un lugar distinto, donde unas velas le rodean como en una especie de altar que se alza imponente. Un poco difuso, y cansado, se aproxima tomando asiento entre las luces que le otorgan un poco de calor. Pues sigue sintiendo frío como las noches gélidas en que iba en su moto. Oscila de derecha a izquierda con la sensación de la libertad que le otorgaban aquellas andanzas por las carreteras vacías, esas que le encantaban y lo hacían borrar por al menos unos momentos todas las preocupaciones de la vida diaria.

—Algo no está bien — se levanta y busca una salida de ese peculiar cuarto — creo que lo estoy comprendiendo ¿Dónde estás? Ven, dame una explicación ¡Estoy listo para lo que me espere! — gira su cabeza para todos los lados.

El escenario cambia, está en su adorada moto. Es esa noche, aquella en que todo cambio "No quiero pensar en estas cosas" pero no tiene ninguna especie de control acerca de los hechos, solo suceden así como fueron, están escritos y no hay manera de cambiarlos; Él va corriendo, asustado, ha chocado contra otro motociclista. No quiere dañar a nadie, su rebeldía tiene un tanto de humanidad, no es ningún monstruo, solo dirá unas cuantas malas palabras, se le soltara la boca en ocasiones inadecuadas. Así que acelerado, se acerca a donde hay un hombre caído, y al quitarle el casco lo ve, no lo comprende al momento ¿Fue así como fueron las cosas? Pero ahora no es él quien está viendo al hombre, su vista es desde abajo. Es un joven con las cejas expresivas temblando de terror y con sangre en su rostro "No quería dañar a nadie" repite observándole.

—Soy tu expiación — habla Seunghoon. Ahora están con ropas blancas en una casona clásica —Esa noche los dos morimos ¿Lo recuerdas? Teníamos tanto miedo de nuestros pecados... pero estos han sido perdonados.

—Lo lamento y estoy siendo sincero — baja la cabeza apenado, incapaz de verlo nuevamente — Apretaste mi mano durante los últimos momentos. Cantaste una melodía suave "I was a fool" no tengo idea de donde sacaste eso. Pero fue reconfortante mientras el cielo estrellado se mostraba ante nosotros.

—Yo tampoco sé de donde saque esa melodía — acepta riendo secamente —Los tiempos se manejan distintos aquí ¿No? Pareces un experto en este juego.

—Solo son apariencias — guiñe un ojo — Mi puesto es intercambiable.

—Recuerdo que esa noche declaraste conducir rápido por estar enfadado con un supuesto Seungyoon — sonríe de lado —Decías que era un completo estúpido y entonces invente una melodía rápida.

Lee Seunghoon | muerto por un accidente | veinticinco años | mandado al cielo