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Harry vio cómo el rubio salía huyendo de allí, dejándolo solo y con el corazón en la mano, un poco roto debido a ese aparente rechazo.
No había podido aguantarse al deseo de unir sus labios con los del Príncipe, lentamente y en tan poco tiempo Malfoy había logrado volverlo a hacer sentir como alguien ordinario y normal. Le había regresado esa simpleza que tanto amaba en su vida, le recordaba con cada mirada que él no lo veía como alguien superior, alguien a quien guardar pleitesía, porque no, él era un Malfoy y no hacía esa clase de estupideces.

Poco a poco había caído entre las curvas de aquella serpiente que lentamente y sin darse cuenta lo había estado envolviendo, apretando poco a poco y cada vez más su corazón. Sabía que eso podría pasar, que aquel acercamiento de casi amigos que estaba logrando con Draco se iría al demonio si no ponía en cintura a su corazón, pero era imposible.

Un par de semanas transcurrieron desde esa noche, Harry no había vuelto a toparse con Malfoy y eso lo tenía tan preocupado y deprimido que la mayoría del tiempo su humor era insoportable.
En las pocas clases que compartían sencillamente jamás llegaba y odiaba el hecho de que a los maestros no les importara. Toda la atención seguía puesta en él, y él trataba día a día de ser amable, agradeciendo a que sus bajos ánimos todos lo atribuyeran a que estaba deprimido por su rompimiento con Ginevra.

Intentó hablar con Theodore más fue ignorado tan olímpicamente que supo que ningún Slytherin le daría razones del príncipe, no por lo menos, por parte de ninguno de sus amigos.

Se sentía tan desolado nuevamente, había conseguido algo completamente real con Malfoy, algo auténtico y despojado de intereses, que sencillamente no podía darse el lujo de perderlo...él no quería perder a Draco...definitivamente no quería.

Una mañana, a la hora del desayuno, todos andaban en sus mesas comiendo y leyendo el Profeta, y Harry no pasó desapercibido cuando Draco ingresó rodeado de varios Slytherin que hablaban de quién sabe qué sin que el rubio pusiera la mínima atención.
Harry mandó al demonio cualquier discreción, se levantó de la mesa para ir hacia la mesa de los Slytherin, siendo llamado por Ron, Hermione, incluso por Neville más él no escuchó.

—Malfoy. — Llamó con voz firme y las cuatro serpientes que iban con Draco se callaron para mirarlo con distintos grados de sorpresa. El dragón levantó su gélida mirada hacia Potter, tranquilo e inmutable. Harry sabía que ese no era el verdadero Malfoy. — Necesito que hablemos.

Todo el comedor se había hundido en un completo y atento silencio, todos miraron al Gryffindor que andaba ante las serpientes, pidiendo hablar con el príncipe de su casa. Hermione detuvo a Ron cuando este estuvo a punto de levantarse para ir a ver cuál tornillo se le había zafado a Harry.

—¿De qué se supone tenemos que hablar tú y yo? — La voz de Malfoy sonó tan pero tan despectiva, que Harry sólo pudo pensar en Lucius Malfoy al escucharlo.

—Si lo prefieres puedo tomar el tema aquí, frente a todos los demás. — Comentó con enojo y claramente vio al otro tensarse.

El Slytherin chasqueó la lengua, miró a Zabini dándole una muda indicación de que no lo siguiera y salió del comedor seguido por Harry. Una horda de susurros estalló en el comedor, y muchos salieron a correr hacía la salida para seguir a aquellos dos, sin embargo, Zabini, Nott y algunos otros Slytherin se colocaron en la puerta, negándose a dejarlos salir.
Empezaron las riñas, más cuando Zabini asumió que ya se habrían ido a algún lugar privado para hablar, se quitó de allí junto a sus compañeros, y aquellos chismosos salieron a dispersarse por el gran castillo, buscando la "pelea" que se imaginaban, estaba por acontecer.

—Sólo quiero hacerte entender. — Suplicó Harry mientras suspiraba, Draco parecía un hielo.

—Hacerme entender ¿qué? — Chasqueó con ironía. — ¿Qué quieres humillarme cada día más y más?

—Sabes perfectamente que yo no busco humillarte de ningún modo, Malfoy. — Su tono se tornó brusco en seguida ¿Cómo podía creer aquella sandez?

—Entonces qué es lo que tienes en la cabeza, Potter, porque yo no logro ver el fin detrás de tus actos.

—¡Ese es el lío! ¡No hay ningún fin! ¡Yo sólo quería besarte! ¡Eso es todo!

—¡¿Y por qué?! ¡Soy un chico!

—¿Y eso qué? ¡Me gustas, eso no se verá afectado por tu sexo!

Aquella confesión fue toda una revelación para los dos. Draco retrocedió tanto que atinó a golpearse contra la pared de aquella habitación mientras que su corazón se aceleraba tanto que juraba Harry oiría su palpitar.

Harry por su lado, estaba boquiabierto ante sus propias palabras, no las había pensado, sólo decía exactamente lo que sentía, y aquella declaración tan transparente hasta para él había sido un golpe tremendo.

—Yo...Draco...—Era la primera vez que lo llamaba por su nombre.

—De entre toda la gente ¿Yo, Potter? — Cuestionó atónito, aún sin salir de su estupor.

—Sí... ¿qué no es lógico? Eres el único que me trata normal...como yo deseo ser tratado.

—Pero... ¿yo? — El dragón sencillamente no podía creerse que eso fuera verdad en realidad, que el niño que vivió para ganar, el héroe del mundo mágico, el rival de toda su vida, estuviera diciendo que gustaba de él. ¡De él!

—Sí Malfoy, tú. — Se llenó de valor, lo que caracterizaba al temerario León y dio un par de pasos hacia un Draco confundido que le veía como si realmente se hubiese vuelto loco.

—Eso no tiene ningún sentido.

—Tiene mucho sentido y lo sabes...así de irónica llega a ser la vida a veces. — Y dio un paso más.

—No Potter, no te me acerques más o te cruciaré el culo. — Amenazó estúpidamente mientras le señalaba con un dedo.

—¿Sí? — Sonrió, sonrió al notar que poco a poco Draco volvía a bajar aquel muro de hielo que le había impuesto.

—Yo...sí, lo haré, maldita cara rajada.

—Cállate hurón...o me harás callarte.

—Eres un estú....oh...— Rápidamente entendió a qué forma de callar se refería Potter, quiso hacerse uno con la pared. El estómago lo sentía lleno de estúpidas hadas mientras que su pecho, por el contrario, es como si estuviese siendo oprimido por un troll.

—Lo soy Draco...lo soy y es genial que tú puedas verlo.

Ya sin darle muchas más largas, terminó de acortar la distancia entre los dos y miró fijamente esos ojos color plata que en ese momento quemaban tanto como el sol. Draco bajó la mirada hacia los anhelantes labios de Harry y este último entendió que tenía el permiso para terminar de acortar la distancia entre ambos.

Fue un beso pausado que lentamente empezó a ser correspondido por los labios del mortífago traidor, ambos se encontraban en un estupor tan palpable, en una confusión que a la vez era una clara afirmación.

Ambos siempre se habían necesitado.

Ambos siempre se habían odiado.

Ambos siempre habían sabido que algún día algo grande pasaría entre los dos.

Lo que no sabían era que eso grande no había sucedido durante la guerra.
Eso grande que debía de pasar no era una pelea.

Aquello para lo que estaban destinados era simplemente, el encontrar el resguardo, entendimiento y amor que juntos llegaron a necesitar cuando la guerra acabó.

Y así fue como el niño que nació para triunfar, selló su destino con el Príncipe de las serpientes que al final, resultó siendo aquel aliado que jamás podría llegarle a faltar.

FIN.  

*AriMinds*

Eres lo que necesito / Drarry / Three ShotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora