Capitulo 10

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Su templanza se rompió en pedazos la tarde siguiente. Lance estaba sentado a la puerta del tipi que compartía con Summer, afilando las armas mientras ella pulía la piel de ciervo, cuando su hermano se acercó. La sonrisa de bienvenida de Lance se le heló en los labios al ver que El que Lucha con el Oso se detenía junto a Summer.

El jefe llevaba poca ropa, pero iba más ornamentado de lo habitual. Además de la pluma de águila que le colgaba del pelo, llevaba cuentas rojas entrelazadas en las largas trenzas. Un collar de dientes de alce le adornaba el pecho, y lucía conchas pintadas en azul como pendientes. Un presentimiento le dijo a Lance que esos adornos no eran casuales. Inclinándose sobre Summer, le levantó una de las trenzas y dijo:

—Nananisuyake tsop-yaapt. Summer se quedó contemplándolo con los ojos muy abiertos, como los de una cierva asustada. Lance podría haber traducido a su hermano; podría haberle explicado que pensaba que tenía un pelo muy bonito, pero no le apetecía animar a otro hombre a piropear a su mujer. Aunque por la mirada de admiración de su hermano debería haberse dado cuenta de que ya era demasiado tarde.

Lance sintió un nudo en el estómago antes incluso de que El que Lucha con el Oso se volviera hacia él.

—Quiero hablar contigo, Kanap-Cheetu.

Guardando el cuchillo en la funda que le colgaba del cinturón, Lance se levantó en silencio y entró en el tipi; sabía lo que iba a pasar. Tras ofrecerle a su hermano el lugar de honor en el fondo de la tienda, esperó a que el otro iniciara la conversación.

—Todavía somos hermanos, ¿no es cierto? Aunque ahora vivas con los blancos, la sangre de nuestro padre corre por tus venas.

—Me honra llamarte hermano, sí —dijo Lance con precaución.

—En ese caso, reclamo el privilegio de los hermanos y te pido que compartas tu esposa conmigo, la blanca a la que llamas Tahma.

El nudo en el estómago de Lance se tensó. No respondió, consciente de que nunca podría aceptar la petición de su hermano. Malinterpretando su silencio, El que Lucha con el Oso sonrió.

—Te ofrezco a cualquiera de mis esposas a cambio. Elige la que quieras, incluso a la favorita.

—¿Por qué...? —Lance tuvo que aclararse la garganta antes de poder seguir hablando—. ¿Por qué quieres acostarte con ella, Wasape Naaohrutu?

—Por la novedad. Me he acostado con prisioneras blancas alguna vez, pero no con una que lo deseara. Creo que me gustará. Lance resistió el impulso de apretar los puños. Respiró hondo y mantuvo el tono de voz calmado para que no se notara el infierno que estaba viviendo. Su hermano no entendería el sentimiento de posesión que le despertaba esa mujer. Tenía que usar las costumbres de mujer blanca de Summer como excusa y esperar que lo aceptara.

—Es que es blanca, hermano. No entiende nuestras costumbres. Para ella, acostarse con otro hombre, aunque sea el hermano de su marido, es adulterio. Y para ella, el adulterio es un delito. La expresión amistosa de El que Lucha con el Oso desapareció bruscamente de su cara.

—¿Consideras que las leyes de los blancos son más importantes que las de los comanches? ¿Te has vuelto un traidor?

—No —respondió Lance, muy serio—. Sigo honrando las leyes de mi pueblo. Pero Tahma no es una de nosotros y he jurado protegerla. Ella no desearía compartir tu cama.

—¿Desde cuándo los deseos de una simple mujer son más importantes que los de un jefe?

—No lo son, por supuesto, pero yo comparto sus deseos. Tampoco quiero que comparta tu cama.

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