Capitulo 15:

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El peligro más inminente había pasado, pero Summer no había contado con que la lucha por salvar a su hermana fuera a ser tan dura. Amelia no podía o no quería salir del trance en que la había sumido el agotamiento. Summer empezó a preocuparse por su cordura. Quería sacarla de allí y llevarla a «Sky Valley», donde estaría a salvo, pero Lance insistió en que permanecieran en el campamento una semana más, para darle tiempo a recuperar las fuerzas para el largo viaje de regreso. Summer permanecía junto a su hermana todo el tiempo, hablándole con dulzura, acariciándole el pelo, abrazándola si ella se lo pedía, lavándole y curándole las heridas; pero transcurrieron dos días hasta que reconoció a su hermana. Después, pasó varios días más inmóvil, como sin vida, dócil y callada, excepto cuando le daban ataques de terror y temblaba incontroladamente. Cualquier ruido la asustaba y se despertaba a menudo con pesadillas.

Todos los comanches la aterrorizaban, incluida la amable Vestido Corto, con su cara redonda, a pesar de que Amelia entendía el español bastante bien. No podía soportar la presencia de ningún hombre, ni siquiera la de su cuñado, aunque era medio blanco y la había rescatado de una vida de degradación y terror. Cuando Lance entró para hablar con Summer, Amelia se encogió y empezó a gemir con la cara escondida en el hombro de su hermana. Summer trató de calmarla, aunque por dentro lloraba.

—Melly, es Lance. Lo conoces de toda la vida. Nunca te haría daño.

—Es..., es uno de ellos.

Lance se había protegido poniéndose la máscara inexpresiva que Summer había empezado a reconocer como lo que era: una coraza defensiva. Ella se disculpó con la mirada.

—No, Melly. Él es el hombre que te salvó.

Amelia negó con la cabeza, temblando como una hoja.

—Me tocó. Me puso sus asquerosas manos encima.

—Sólo para curarte las heridas. Necesitabas ayuda, Melly.

Su hermana empezó a llorar otra vez, con sollozos desgarradores. Summer miró con impotencia a Lance, que salió sin decir palabra. Quería ir tras él y pedirle disculpas, pero en aquel momento su hermana la necesitaba más. Después de ese episodio, Amelia empezó a llorar a menudo. Todavía no hablaba de su odisea, pero frecuentemente soltaba un torrente de lágrimas. Summer confiaba en que llorar la ayudaría.

Vestido Corto no se mostraba tan compasiva con la mujer blanca. Una de las veces, sacudió la cabeza con desprecio y dijo:

—Debería mostrar más coraje. Summer frunció el cejo y estuvo a punto de decirle que no se mostraría tan dura si hubiera vivido los sufrimientos de su hermana, pero recordó a tiempo que la mexicana, sin duda, había experimentado torturas parecidas cuando la habían capturado. Mordiéndose la lengua, se conformó con decirle que las lágrimas la ayudarían a recuperarse.

—Deberías llevarla a casa —replicó Vestido Corto, siempre pragmática—. Entre su gente se recuperaría mejor. Además, tu marido también estaría mejor lejos de aquí. Summer la miró, sorprendida.

—¿Qué quieres decir?

—La gente entiende por qué Lanza Afilada mató a Colgando del Cinturón, pero no les gusta que matara a uno de los suyos para defender a una cautiva blanca. Sería mejor que se marchara.

El asombro dio paso a la preocupación. Le había parecido que los comanches se habían sentido satisfechos de que ganara el combate, pero tal vez se había equivocado. Lo más probable era que, aunque se sintieran orgullosos del valor y la habilidad de Lance, le echaran en cara sus motivos, recriminándole que se pusiera del lado de sus enemigos blancos. ¿Habría quemado Lance los puentes que lo unían a su familia por ayudarla? En ese caso, la deuda de gratitud que tenía con él era mucho mayor. Cuando Vestido Corto se volvió para irse, Summer recordó un comentario que Lance había hecho días atrás y la llamó.

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