#1 la cena

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Me desperté por los rayos del sol que se infiltraban por mi ventana anunciando un día nuevo y soleado. Perezosamente arrastre mi trasero hasta la ducha, prendí el grifo y me despoje de mi jersey grande y mis bragas. Con el agua ya temperada empece a mojar mi cabello castaño para luego dejarlo con shampoo, y así continuar con mi deliciosa lluvia-artificial mañanera.

Al salir del baño me coloque mi ropa interior y mis leggin's negros ajustados, mis vans negras y mi jersey gris. Amo los jersey's, tengo uno de cada color, son tan calentitos y con estilo; si esque sabes combinarlos. No soy de esas chicas que les gusta hablar sobre la moda pero tampoco me visto como un bagabundo.

Baje las escaleras con mis lentes de nerd puestos y mi mochila en un hombro, me encamine a la cocina y saqué una manzana roja de desayuno para comérmela de camino. Sali de casa y cerré con llave para que nadie entrara, aunque ¿Quien va a querer entrar a una casa que tiene la apariencia de estar abandonada? Yo creo que nadie. Antes de caminar a mi Instituto le grite la señora Evans:

- ¡Adiós señora Evans! -como de costumbre desde afuera de su casa para que supiera que yo ya estaba cumpliendo mis deberes. La señora Evans.... es una mujer encantadora, su cabello Rubio platino hasta los hombros la hace ver una mujer más joven, tiene los ojos castaños como su esposó el señor Evans. Desde la muerte de mis padres y el abandono de mis hermanos ellos son los únicos que han estado ahí para mi, toda mi familia vive en Estados Unidos, pero yo soy la única que vive en Londres, además de que estoy segura de que se olvidaron de mi existencia o quizás nunca supieron. Eso a mi ya no me duele, ya estoy acostumbrada al sufrimiento y el abandono. Desde los 12 años que vivo sola en esa casa, pero por supuesto que bajo el cuidado de mis vecinos, yo no quería dejar mi casa, en donde conservaba los vagos recuerdos de mis padres. Ahora con 17 años me he vuelto en una mujer madura, jamás he tenido novio, tampoco e dado mi primer beso aunque eso es lo que menos me importa, el amor es para los ilusos, es sólo un placer, jamás lo he sentido pero siempre veo parejas discutiendo... sí eso es amor no me gustaría experimentarlo, además, sí uno llegase a casarse siempre terminan divorciados... y mi pregunta es ¿acaso eso es amor?, No lo creo.

En el Instituto soy la típica nerd que todos la utilizan para sus descargas de furia o para una buena calificación en alguna asignatura que les cueste. No me molesta, es mas, me encanta porque a nadie le importa mi vida y evito que me hagan daño.

Esta vez deje mi cabello suelto para que así tapara mis tatuajes, no me gustaría que los alumnos supieran que la 'chica nerd' no es tan nerd como parece; tengo uno detrás de la oreja que es una pluma que poco a poco se va desintegrando, dentro de mi oreja tengo unas notas musicales, en mi hombro derecho cerca del omoplato tengo unos pájaros que van volando en busca de la libertad, en mi muñeca derecha tengo tatuada una muñeca de trapo; sí uno la ve desde un principio parece diabólica pero no es así, esa muñeca yo la tenía desde pequeña ya que mama me la había regalado.... siempre fue mi preferida ya que tenía muchos peluches con los que jugaba pero ella era la mejor, en mi brazo izquierdo tengo una flecha, en mi muñeca izquierda tengo escrita una frase, en el tobillo derecho tengo tatuado una tobillera de plumas, me encanta, y por último... en mi labio inferior pero en el interior tengo tatuado 'FIRE'. Me encantan los tatuajes y siempre he tenido el cuidado de que nadie los vea, son demasiado personales como para que algún imbécil sepa que significan. Bueno, no tan secreto porque la Señora Evans es la única que los conoce.

Despeje mis pensamientos cuando ya estaba frente mi taquilla para sacar los libros de la clase que me tocaba: Literatura. Se podría decir que no me iba nada mal, pero no era mi asignatura favorita.

Cuando era pequeña y mama aún seguía viva yo le prometí que algún día sería profesional e iría a la Universidad... suerte que cuando yo prometo algo, nada me detiene para cumplirlo, sobre todo si lo hice a la palabra de mi madre que descanse en paz. Cerré la taquilla ya con mis libros en el bolso y me fui por el pasillo hasta mi aula. Entre y no habían muchos alumnos, camine hasta el último asiento de la fila que da a la ventana y saqué mi libreta de dibujos. Solo faltaban 6 minutos para que sonase la campana indicando que la clase a comenzado.

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