Treinta y ocho

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La canción que siempre me cantabas:

"Oh baby baby, it's a wild world."

Me llenaba de vida.

Me abrazabas los domingos por la tarde,

nuestro sillón era testigo de un amor.

Me llenaba de alegría.

Y seguías cantabando a mi oído,

casi en un susurro

decías mi nombre

como si no estuviera,

nos transportabamos hacia la noche

que nos conocimos.

Yo no sé por qué

me encantaba tu voz, tu cuerpo,

tu mirada, tu sonrisa,

tus lágrimas.

Sabías que lloraba

y cuidadas mi alma.

"Yo no sé por qué razón si somos lo mismo, aunque seamos dos".

Cantabas cada domingo,

a mi oído

sin saber que

te estabas despidiendo.

No era amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora