Capítulo 2

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Tanto miedo

Capítulo II

Por Tita Calderón

Todo dentro de mí era un hervidero de emociones.

¡Virgencita santa! aún me ardía la cara de la vergüenza cada que vez que recordaba cómo nos habíamos besado...debía ser pecado besarse de esa forma...

- Dios te salve María, llena eres de gracia...

¿Cuántos Ave María había rezado desde que llegué al hotel? Creo que ya iba por los cien. Y aún no me sentía tranquila con mi conciencia. Ojalá hubiera una iglesia por aquí cerca para confesarme. Pero debería arrastrar a Terry conmigo...

Terry...

Terry me había dicho que me quedara con él. Me pellizqué el brazo para saber que no era un sueño. No, no era un sueño, ya tenía todo el brazo lleno de pequeños moretones. Y si me quedaba con él...seguro nos daríamos más besos como esos...

- Dios te salve....

No debería ser pecado amar a una persona y pensar en sus besos...creo que no o si...mejor preguntarle al párroco. A este paso, de seguro me mandaban de penitencia a rezar el Rosario de por vida...

Pero, por una vida junto a Terry lo haría...

¡¡Dios!! Esto era mi sueño dorado hecho realidad, Terry me había pedido que me quedara con él...y yo no había respondido nada. Me había quedado muda... que digo muda, patidifusa...Solo me había sonrojado hasta niveles insospechados y me había a puesto a recoger el té.

Que tonta...

Me di unos golpes en la frente tratando de reprenderme pero nada lograba calmarme, todo dentro de mí era una revolución. Quería saltar, quería tirarme por la ventana, quería volar, quería darme contra la pared. Bien dicen por ahí: quién entiende a las mujeres.

Pero entre todo lo que tenía dentro del pecho había algo que me inquietaba.

La mirada indescifrable de Terry me tenía con el alma en un hilo. Estaba casi segura que era por el estreno de la obra de mañana. Pero ese "casi" era lo que no encasillaba del todo.

Me levanté en medio de las penumbras tratando de aplacar la ebullición que tenía en la cabeza y en el corazón. Descalza, me encaminé a la ventana, moví levemente la cortina para ver como caía la nieve en Nueva en York y fue entonces que mi corazón se paró al filo de un paro cardiaco.

Terry estaba ahí, bajo mi ventana, sumido en sus pensamientos.

Medio, medio me arropé y me calcé las botas en medio pasillo antes de bajar los escalones como una posesa.

El alma se me fue al piso cuando abrí la puerta y él ya no estaba.

Tal vez solo fue producto de mi imaginación. Di un par de pasos a la calle y lo vi caminando al oeste. Corrí hacia él luchando contra la nieve acumulada del suelo.

- Terry

Sus ojos estaban algo desorbitados cuando se giró, seguramente se había llevado un buen susto.

- Lo siento, te asusté.

Se bajó la bufanda y me miró de lado.

- Pensé que eras un alma en pena.

- Jajajaja

¡Dios santo! que brutalmente guapo era. Esos ojos, ese pelo, esa mirada, esa boca, esos besos...

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