Capítulo 6

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Tanto miedo

Capítulo VI

Por Tita Calderón

Me costó varios minutos llegar a la puerta principal del teatro, varios carruajes congestionaban la calle principal. Todos venían a ver el estreno de Romeo y Julieta.

Al bajarme suspiré con emoción y orgullo al ver el enorme anuncio publicitario colgado en la pared entera, con la imagen de Terry en el papel de Romeo y la de Karen como Julieta. Lo miré embelesada un par de segundos decidiendo que no le hacía justicia, Terry era muchísimo más arrollador en persona.

Antes de dar el primer paso para entrar me detuve conmocionada al reconocer a Eleonor Baker entrar al teatro disfrazada con una peluca negra.

Era ella, había venido al estreno de la obra, a apoyar a Terry. Me sentí inmensamente feliz.

Caminé unos cuantos pasos sintiendo como mi corazón latía exaltado.

- Pero ¿qué haces tú aquí? – el sarcasmo impreso en aquella voz me detuvo.

- ¿Cómo? – pregunté regresando a ver sin saber si hablaban conmigo.

Me quedé de piedra, Elisa, Neil y su madre estaban parados a mi costado mirándome notablemente molestos, como si fueran un basilisco de tres cabezas.

- ¿Cómo pudiste entrar aquí? – me increpó Elisa con sus ojos llenos desprecio.

- Recibí una invitación – contesté aun conmocionada por este mal encuentro.

Si no me hubiera distraído viendo a Eleonor Baker no me los hubiera encontrado. Aunque, para ser sinceros, me demoré más admirando la imagen de Terry en la entrada.

Nota mental para mí: dejar de ser distraída.

- Tú, ¿una invitación? – Sara Leagan me miró de arriba abajo – Pero... ¿quién pudo enviártela? – el tono de incredulidad en su voz me ofendió.

- Terry – contesté parándome derecha.

- ¡Esta chica no ha parado la manía de mentir! – dijo mirando a sus hijos con burla.

- Mire – dije mostrando la invitación - ¿no es esto una invitación?

Ya era tarde para arrepentirme de mostrarles la invitación cuando Neil me la arranchó de la mano.

Por un momento me sentí aliviada cuando Neil corroboró la autenticidad de la invitación.

- Es una invitación, sin ninguna duda – dijo mirándola detenidamente.

- Ella ha podido encontrarla en cualquier parte – la voz de Elisa estaba repleta de antipatía.

- Es cierto – ratificó Neil antes de romper la invitación.

Estaba tan pasmada por el vil acto de Neil que ni siquiera pude pestañar.

- Eres un monstruo – sentencié – No tenías derecho de hacerlo – sentía la ira arder dentro de mí.

- ¡Cómo te atreves a hablarle así! - el reclamó su madre me tomó desprevenida. ¿Cómo era posible que se pusiera de su parte viendo la bajeza de sus actos?

- Lo siento – dije pensando en aquel viejo refrán que dice: "De tal palo tal astilla"

Me incliné con impotencia para tomar los pedazos de papel que yacían laxos en el suelo. No valía la pena enfrentarse con gente de tan ruin.

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