Respite | #FNAFHS

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Los odiaba. Bon en verdad odiaba a esos muñecos. No entendía como los otros niños se divertían viéndolos, sus movimientos eran muy mecánicos, poco fluidos y ni hablar de la musica, había veces en las que el sonido sonaba muy robótico o se trababa. Pero lo que más le disgustaba era la apariencia de aquellas mascotas mecanicas. Gracias a su diseño tan feo había empezado a tener unas horribles pesadillas por las noches y comenzó a desarrollar un insomnio poco saludable para un niño de su edad estando despierto hasta casi las 6 de la mañana.

El pequeño niño de cabellos turquesa en verdad los odiaba pero aún así seguía visitando aquel lugar ¿Porqué? Hay veces en que la amistad lo puede todo. Era su mejor amigo, un chico que conoció en esa misma pizzería de feas figuras terroríficas. Por esa misma razón no odiaba del todo al local de comida rápida, pues esta le había regalado uno de los mejores amigos que jamás pidió. El chico era extraño a los ojos de Bon la primera vez que lo conoció, después vino encariñándose con él. Gracias a aquella nueva y sensacional amistad llegó a hacer muchas cosas nuevas y otras que no imaginaba, empezando con ir a la pizzería del terror (como lo apodaba Bon) cada fin de semana con su amigo acompañados de sus padres.

Hoy era uno de los tantos fin de semana en el restaurante Freadbear Family Dinner.

— ¿Cómo es que no te gusta? ¡Son muy divertidos y geniales! —le decía su amigo a Bon un poco sorprendido y decepcionado.

— ¿Y cómo es que a ti te gustan? Tampoco lo entiendo, son aterradores y dan miedo, en especial el oso color mugre.—replicaba Bon.

— ¡Es color dorado! ¡Y su nombre es Fredbear!

—Pues yo no lo veo dorado, parece que ni lo limpian—Bon seguía apoyando sus pensamientos—cada vez que me acerco a ese en especial, siento que va a agacharse hasta a mi y comerme...—Bon de tan solo pensarlo agacho su mirada y abrazo sus piernas con ambos brazos.

—Vaya... Parece que si los odias...—dijo su amigo cambiando un poco su tono de vos preocupado por la reacción de su compañero.

—No sabes cuanto.

—Que mal, a mi en verdad me gustan mucho ¡En especial el conejo morado! Es mi favorito—Bon levanto la mirada hacia su amigo viendo su cara de ilusión—cuando sea grande, aprenderé a tocar la guitarra eléctrica ¡Justo como él!

El de cabellos turquesa seguía atentamente escuchando y viendo a su amigo, en verdad nunca lo había visto así hasta ahora. Empezó a pensar en como algo tan feo puede hacer soñar y anhelar de esa manera a un niño como él pues según Bon, no tenia nada positivo o algo especial a aquellos animatronicos intento de banda infantil.

—Pues yo también voy a aprender a tocar contigo—dijo Bon animándose un poco—tal vez podamos formar una banda juntos.

Su amigo le sonrió y se levanto del lugar donde estaban sentados, el piso del lugar de juegos. Levanto el brazo a una distancia considerable, ofreciéndole su mano a Bon.

—Es una promesa—dijo su amigo sin desaparecer su sonrisa determinada de la cara.

Así, devolviéndole la sonrisa, sellaron su promesa.