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Esto había sido suficiente, ya no iba a poder soportar esto más, era tiempo de tomar decisiones dífíciles y dolorosas.
-Ya me perdiste Harry -dije mirando como discutían cerca de la entrada de mi casa- ya nuestra amistad no me importa -dije sintiendo como por dentro me moría, tenía ganas de correr hacia ellos, de abrazarlo y besarlo a él, pero eso sería sumamente débil.
-______- rogó Harry, pero no me dajaría caer. Posé mi mirada hacia Gemma y la fulminé, estaba enfadada, lo único que le pido y lo primero que no cumple. Me miraba asustada y apenada, sabía que tenía mucha rabia.
-No le dije nada, te lo juro _____, él vino detrás de mi sin darme cuenta -trató de justificar Gemma.
-Claramente -empezó Harry- saliste demasiado sospechosa.
-Calla Harry, no ayudas en nada -dijo Gemma molesta y él se alejó de ella para evitar algún contacto físico.
-No me importa lo que diga cada uno -comencé- se retiran los dos, hasta nunca -dije para luego caminar hacia el interior de mi casa.
-No puedes -dijo él seguro.
-No me mandas- dije sin siquiera mirar atrás.
-Pero me amas -dijo de repente, parecía que Gemma había desaparecido, solo eramos él y yo. Volví mi cuerpo para darle la cara, debía demostrarle que no tenía la razón con lo que afirmaba, aunque tuviera que mentir.
-No lo creo -dije seria.
-Si este portón no estuviera en medio de nosotros lo demostraría -afirmó.
-Que lástima -sonreí victoriosa.
-Abre -dijo en un tono de afirmación.
-No -exclamé.
-No pelees con tu cabeza, hazle caso a tu corazón -dijo en un tono de seducción, podría caer en cualquier momento.
-Ve al bar gay, creo que ahí si encontrarías a tu nuevo muñeco -reí.
-Esos labios -dijo mirandolos- desde la primera vez he querido volverlos a tener junto a los míos, como deben de estar siempre -me quedé hipnotizada con su mirada que recorría mis labios- no me hagas rogar, sabes que estaré esperando y no me iré hasta ganar.
Sé fuerte _____, no te dejes caer por algo tan fácil como esto.
-Lo siento -dije alejándome un poco más de él- no caeré, no soy tan estúpida.
-Lo eres -rió divertido mostrando las llaves que tenía en sus manos- fui lo suficiente astuto para distraerte y robarte las llaves, no tienes escapatoria -moría, no tenía escapación y la verdad no quería encontrar alguna, pero tenía dos ideas completamente distintas en mi mente y no sabía cual decidir.
La primera era seguir a mi mente, que me gritaba que no cayera a sus pies, que no fuera tan débil como para distraerme con sus encantos, cosa que ya había logrado. Segundo, era lo que anhelaba mi corazón, gritaba por su amor.
Lo lamento, pero esta vez, mi corazón gana.