Cambiemos la palabra chico por chica.
Jasmine Maxwell
Me encontraba sentada de piernas cruzadas sobre mi cama delante de la televisión. Entre mis manos sostenía un mando de PlaySation 4 y a mi derecha estaba sentado mi mejor amigo, Nathan. Nos encontrábamos jugando "Call Of Duty" y le estaba pateando el trasero. Yo no dejaba de matarle una y otra vez mientras que el no paraba de soltar maldiciones, eso tan solo provocaba que riese más.
— ¡No es justo! —soltó entre dientes. — Es que ni de campero de mato —siguió maldiciendo. Para aquellos que no sabían, "campero" era sinónimo de persona que se quedaba escondida en un lugar fijo cual cobarde esperando que su presa pasase para así matarla.
— Eres tan mal jugador que no puedes ni matarme decentemente —reí entre dientes. — Pobrecito Nathan —fingí que me daba pena mientras hacía un puchero ridículo. Nathan enseguida me dio un golpe en el hombro que me hizo soltar el mando de inmediato. Bufé por aquel golpe y froté la parte afectada. Nathan aprovechó para dirigirse hacia mi rápida y estratégicamente y matarme con su ametralladora. Pude ver como en la pantalla el juego indicaba que me habían matado.
— ¡Toma ya! —Nathan levantó los brazos a modo de victoria y giró su cara hacia mi mostrándome su arrogante sonrisa.
— ¡Eso es trampa! —recogí el mando del suelo molesta y dirigí mi puño hacia su brazo. — Eso por haberme golpeado —solté otro golpe en la misma zona provocando que Nathan se quejé. — Y eso por hacer trampas —terminé indignada.
Nathan me fulminó con la mirada mientras sujetaba su antebrazo para hacer desaparecer el dolor y enseguida recobró su estúpida sonrisa. Sí, así era siempre con mi mejor amigo Nathan. Era la única persona que podía hacerme gritar, llorar y reír en un mismo momento. Para vuestra mala suerte no, yo no era un chico que se encontraba jugando videojuegos con su mejor amigo, bueno en la última parte si teníais razón, pero cambiemos la palabra chico por chica.
En efecto, mi nombre es Jasmine, Jasmine Maxwell. Vivía en un pequeño pueblo de Oklahoma llamado Oklahoma City, sí lo sé, muy original. Tendré nombre de princesita -que por mi mala suerte me lo puso mi adorada madre-, pero yo no era para nada una princesa. Todo lo contrario, yo era lo opuesto a esto último. En vez de ser como las demás chicas a las que les encantaba ser femeninas, guapas y ligar con todos los chicos guapos de la escuela, yo prefería cosas más, ¿masculinas? Que por cierto era algo que odiaba, porqué cosas tan triviales como la forma de vestir o de ser tendrían que definir si eres masculino o femenino. Para mi no existían tales cosas. Pero bueno, digamos que yo era bastante "masculina", si así lo preferís.
Era una chica bastante ruda, divertida, atrevida y extrovertida -cuantos adjetivos-. Me encantaba jugar videojuegos mientras comía helado de oreo y cheetos, era una completa friki, veía muchísimas películas. Amaba con todo mi corazón los grupos de rock, mi favorito sin dudar era "Guns'N Roses". Amaba las películas de miedo pero para vuestra gran sorpresa también me encantaban las románticas, creo que era el único detalle femenino que poseía. Y por último deberíais saber qué mi opinión sobre el amor no es muy buena que digamos, en pocas palabras, odio las relaciones. Es que las relaciones son tan monótonas y aburridas. Al principio era todo amor y alegría pero al final acababa siendo aburrido y monótono y eso hacía que enseguida dejase de gustarme mi pareja por lo que no dudaba en cortar.
No, ya se lo que estaréis pensando, pero no. No he tenido ninguna mala experiencia con antiguos novios ni chicos sin importancia. Era solo que las únicas relaciones que había tenido eran jodidamente aburridas. Mi relación más larga duro tan solo dos meses, y la más corta creo que una semana.
Pero bueno, dejemos de hablar de mi, hablemos más bien de mi adorado y genial colegio -nótese el sarcasmo-, el instituto Brooklyn Blue. A pesar de que este fuese mi último año lo odiaba con todo mi ser, otra vez no, nadie me hacía bullying ni me acosaban en el instituto. Era solo que odiaba estudiar, sobretodo las matemáticas, eran mi peor enemigo, en revancha era bastante buena en historia. El estudiar era una de las razones por las que no me gustaba el colegio, pero también había otra razón, más bien otra persona. Madison Collins, la jefa del grupo de putas, disculpen del grupo de animadoras. Ella era tu peor pesadilla, o al menos lo que pretendía ser. Era tan falsa, siempre con esa estúpida sonrisa y su precioso pelo rubio. Le encantaba llevar vestidos y fingir que era una niña buena mientras que todo el mundo sabía que media escuela había pasado entre las preciosas piernas de Madison.
Ella intentaba siempre hacerme la vida imposible, me reprochaba el hecho de que no llevaba ropa femenina ni maquillaje a cada instante. Siempre insistía en que me uniese a su estúpido grupo de animadoras y que dejase de estar con Nathan, aunque jamás podría dejar a Nathan, era mi mejor amigo. Siempre me decía que era una chica muy bonita pero que no hacía nada para resaltarlo. Obviamente a mis espaldas sabía perfectamente que siempre me criticaba con sus estúpidas súbditas de faldas cortas y pompones. Total, Madison Collins era la peor criatura de Mordor que jamás haya existido.
(...)
— Te puedes creer que mañana ya sea la vuelta al instituto —suspiró Nathan. Nos encontrábamos tumbados sobre mi cama mirando el techo aburridos.
— No me lo recuerdes —llevé mi mano hacia mi frente cansada. — De solo pensar en que tendré que ver a la maldita Madison Collins y que tendré que lidiar con el señor Grimberg me pongo mala —sí, el Sr.Grimberg era mi odioso profesor de matemáticas.
—!Espero que hayan chicas nuevas, así el año no será tan aburrido —Nathan sonrío pervertido y yo hice una mueca de asco. Nathan hacía parte del equipo de baloncesto de mi escuela, los "Blue Tigers". Le encantaba llevar la maldita y cliché chaqueta del equipo. No era de los mejores jugadores pero tampoco de los peores, el era normal. Tampoco era el chico más guapo de la escuela pero si llamaba la atención de alguna que otra chica.
En cambio había un chico que si llamaba la atención de todas las chicas. El horrible y arrogante Logan Hayes. Al igual que Nathan el también estaba en el equipo de baloncesto, al contrario que yo Logan no sabía de mi existencia pero yo sí de la suya, era difícil no saberlo puesto que todas las chicas hablaban de el en los pasillos de la escuela. El era la definición de arrogancia, era como si tuviese la palabra "imbécil" tatuada en la frente. Nunca había hablado con el pero por lo que me habían contado era muy mujeriego puesto que era el mejor jugador de baloncesto del equipo y era increíblemente guapo, según las demás chicas. A mi no me llamaba la atención en lo más mínimo. Tenía el cerebro de un mosquito y el ego tan grande como un mamut, o tal vez más.
Madison Collins le corría detrás, a cada momento la veías ligar con el pero Logan tan solo la ignoraba. Al parecer tuvieron una relación de un mes pero resultó que Madison era demasiado agobiante y pegajosa por lo que cortó con ella. Los rumores se esparcían como pólvora en los pasillos del colegio, sobretodo cuando se trataba del mejor jugador del equipo y de la jefa de las animadoras. Como se podía tener tan poca dignidad como para acostarse con todos los chicos del colegio y sin embargo pretender volver con tu ex novio el cual te dejo por ser agobiante. Patético.
Seguí hablando con mi amigo sobre cómo sería este nuevo año. Aún no sabíamos lo que queríamos estudiar pero aún faltaba todo un año. Hablamos de algunos antiguos compañeros y de ciertas cosas que pasaron el año pasado. Nathan intento hablar de sus conquistas del año pasado pero le di un golpe en el hombro dándole a entender que no quería saber nada de eso. El río y seguimos hablando de este nuevo año hasta que mi amigo tuvo que irse puesto que ya se hacía tarde. Mañana sería un día muy agotador.
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Estoy empezando una nueva historia. Si aún no lo habéis hecho os invito a que leáis mi primera historia, "No toques a mi princesa". Espero que esta nueva obra os este gustando. Besos, Astou.
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Tú y yo, ¡Jamás!
Novela JuvenilJasmine Maxwell, una chica... No como las demás. En vez de ser como el resto de las chicas, ponerse vestidos, ser coqueta y tímida, además de estar en el equipo de animadoras, Jasmine es más bien ruda, poco femenina, le encantan los videojuegos y so...