¿Por qué?

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Desperté, eran las 10 de la mañana. Había dormido maravillosamente bien, soñé con él.. Y todo era hermoso. Ojalá verle de nuevo hoy, era lo único en lo que pensaba. 

Desayune y me puse lo mas guapa que pude por si le volvía a ver, aun que lamentablemente eso no volvió a suceder. No me lo explicaba, ¿Por qué no le veía después de tirarme horas caminando por la calle "sacando al perro" si era mi vecino?. Transcurrió el día, y me fui a la cama decepcionada. Aun que acabe acostumbrandome a esa decepción tras días sin verle. Se acercaba el final del verano, volvería al instituto y ya no tendría tiempo para "pasear al perro" con la esperanza de encontrarmelo de nuevo. Así que me centre en disfrutar de lo poco que me quedaba e intentar sacarlo de mi mente, y así fue. 

Llego el primer día de instituto, no quería levantarme de la cama, sabia que aquello no iba a ser un buen día. No quería verme de nuevo en esa situación de soledad y esa impotencia ante la tristeza. Pero fue inevitable, tenia que ir.

Al llegar, tal y como me esperaba todos me miraban con mala cara, yo intentaba actuar como si no fuese consciente de ello. Me puse mis auriculares y llegue hasta mi aula, en la que entré con la esperanza de que hubiese un sitio libre al final de la clase para no sentirme tan observada y poder evadirme con tranquilidad en mis pensamientos. Pero como no, la suerte nunca iba conmigo. Me sentaron en primera fila y por si fuera poco, me hicieron presentarme ante toda la clase. Cosa que se me daba fatal y no ayudaría en nada. Solo me pondría en ridículo. Pero los maestros no piensan en eso. Y te sacan ante todos esperando que digas algo interesante sobre ti. Aquello no me gustaba nada. Solo quería que llegase la hora del recreo, se me estaba haciendo una tortura eterna. 

Por fin llego la hora, salí la primera. Sin tener ni idea de hacia donde ir, pero decidida y directa como una bala evitando las miradas de la gente, con mis auriculares puestos. Cuando de repente un gran golpe a la realidad me detuvo, detuvo todo mi mundo. Era él, Jack. Estaba en mi instituto.

Mi mente se bloqueo, se bloque muchísimo. Ya no vi a aquel alegre y sonriente chico, estaba demacrado, con muchas ojeras. Una expresión de cansancio que se percibía a kilómetros. ¿Qué le había pasado? ¿Dónde había estado todo este tiempo? ¿Estaría bien?. Tenía muchas preguntas. Y fui a saludarle, con la alegría de que no me sentiría tan sola desde ese momento. El estaba con migo, aquel chico que me ayudó hace tanto tiempo. Espera, tanto tiempo...? Quizás ya ni se acuerde de mí. ¿Y si le saludase y no me reconociera? no quería quedar como una estúpida ante él. Así que pase enfrente suya. Esperando a que me saludase, pero no lo hizo. Paso de largo. Y note como algo dentro de mi se apagaba. Cómo mi felicidad se desvanecía. ¿Me habría visto? Quería llorar. Y lo hice para mis adentros. ¿Qué me quedaba ahora si lo único bueno de aquel lugar era él?, que ni siquiera me reconocía.

Lo que nunca nadie supoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora