No. No podía quedar todo en un simple recuerdo, le quería, le quería muchísimo. Y era algo que no podía evitar sentir. Tenía que buscar alguna solución. Si estaba mal, iba a ayudarle. Quería estar ahí para él. Pero.. ¿Qué podía hacer si no se acordaba de mí? Solo podía esperar, esperar a la situación perfecta para comprobar si realmente ya no se acordaba de mí.

Y que mejor situación que la que apareció días después. Los padres de jack no estaban en casa y no podían ir a recogerle a la escuela. Mi madre como buena vecina se ofreció a traerle. Yo estaba emocionada, iba a estar en el mismo auto que él a tan solo.. unos centímetros de su cuerpo... ¿me reconocería? mis esperanzas estaban on fire y tenía la sensación de que todo iba a ir bien cuando, como siempre, mi felicidad se marchitaba de nuevo. No se montó en el coche. ¡Prefirió ir andando! ¿Acaso me estaba evitando? Quizá si que sabía quien era yo. Y esa era la respuesta a su manera de actuar respecto a mi. Mi mirada se apagaba, ¿enserio? ¿por qué iba a hacer algo así si no le había hecho nada malo?, tendría que ser alguna otra cosa. No podía aceptar aquella conclusión. Pasaron meses, meses de soledad y tristeza. Meses en los que perdí muchas esperanzas y mi vida se volvía cada vez mas monótona y aburrida. No lo aguantaba, quería saber ya algo sobre aquel chico que tanto me marcó. Decidida, fui a contactar con uno de sus amigos. Le pregunte por jack, si estaba bien, y su respuesta no era para nada lo que quería escuchar. Estaba en una depresión. Le había dejado su novia, ¿Qué podría hacer yo para ayudarle? quizá este sea el momento de devolverle aquel favor que me hizo. Comencé a comprender muchas cosas, y a apartar la idea de que se había olvidado de mi. Otra bonita oportunidad se me presentó. Y esta vez no la dejaría escapar ya que por su parte era imposible que fallara. Mis padres salían de viaje a visitar a mi abuela enferma en América. Y no tuvieron más opción que dejarme en casa de mi agradable vecina que me acogío con gusto en su humilde casa, devolviendo la amabilidad que tuvo mi madre por ofrecerse a traer a Jack de vuelta a casa desde la escuela.

Y allí estaba yo, en su casa. Esperando verle de nuevo, y descubrir esa duda que me comía por dentro. Sentada en su sofá. Después de largas horas viendo un aburrido programa de televisión escuche sus pasos bajando por la escalera. Mi corazón iba a mil por hora. ¿Que haría? ¿Cómo le preguntaba aquello? no podía pensar en nada. Estaba bloqueada de nuevo, y eso no me gustaba. Cuando bajó tampoco se dignó a saludarme, ni siquiera cuando su madre le insistió en que lo hiciera.

 Cada vez que le veía estaba peor. Más triste, mustio, decaído, flaco... Mis preocupaciones aumentaban cada vez más al igual que mi tormento. ¿Por qué no era capaz de hacer nada? me sentía muy estúpida e inútil. No quería ver a la persona que mas quería en el mundo así, sin ni siquiera poder darle mi más cálido abrazo y brindarle mi comprensión que no solucionarían nada pero quizás le ayudasen a sentirse mejor. Que era lo único que a mi me preocupaba. 

Llegaron mis padres al anochecer, me asomé a mi ventana que daba a la casa de Jack, Esperando a que se me ocurriese algo para poder ayudarle. Cuando de repente entró a su cuarto, que se veía perfectamente desde mi ventana. Vi como cogía una llamada y comenzaba a llorar, se puso un gorro rojo y salió de casa corriendo. Decidí seguirle. Quizá esta sea mi oportunidad de ser útil, pensé.

Lo que nunca nadie supoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora