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El dolor puede llegar a un punto en el que se siente bien, en el que te asusta que eso cambie. Estás tan acostumbrado que no quieres otra cosa.
Ellos se habían rendido a eso; no tenían salvación, seguirían de la misma forma y no había manera de recuperar aquellos días en los que compartían el amor más puro y dulce que podía haber.

Ambos habían perdido la cabeza, sabían que estaban perdidos.

Por eso estaban ahí, recostados en su pequeña cama manchada de pequeñas salpicaduras de sangre que los lavados no habían podido quitar. Los dedos de Jeon se enredaban en el sedoso cabello de su pequeño, las miradas compartidas eran como antes, llenas de ternura y admiración. Sus labios intercambiaban pequeños y dulces besos que demostraban todos sus sentimientos sinceros, sus brazos y piernas enredados entre sí al mismo tiempo que susurraban palabras románticas llenas de verdad. Estaban demostrando ese cariño que tanto habían extrañado con suaves caricias sobre la piel desnuda que sus ropas dejaban al descubierto, amplias sonrisas pintadas en sus heridos rostros mientras el humo de la casa en llamas llenaba sus pulmones, asfixiándolos.

Habían decidido acabar con todo; no podían estar lejos, pero tampoco podían estar juntos. Quizás aquella había sido la decisión más correcta, el suicidio de ambos.

Te amo tanto, TaeHyung... — las palabras salieron con dificultad, siendo acompañadas de una tos profunda y ojos llenos de lágrimas que, más que por culpa del irritante humo, eran por culpa de la alegría mezclada con angustia que sentía en ese momento, al igual que el castaño. Consciente de que sería la última vez que compartirían juntos en vida, JungKook apegó el rostro de su amado a su pecho y se abrazó a su delgado cuerpo, protegiéndolo una vez más de todo aquello que pudiera lastimarlo porque él ya no volvería a ser una amenaza. Quería arder primero en el sofocante fuego puesto que un cuerpo tan dulce y perfectamente tallado como el de su novio no debía ser tocado por las abrasadoras llamas, no aún.

— También te amo, JungKook, mi JungKook... — el llanto silencioso no dejaba de fluir aún cuando ambos cerraron sus ojos, compartiendo un último beso mientras todo se caía a pedazos, mientras todo era un desastre ellos por fin estaban en paz. Fue ahí cuando su corazón por primera vez se apagó, dejando de latir con esa enorme fuerza como cuando estaban juntos.
Por fin habían logrado calmar el sufrimiento en su vida.
Por fin habían podido estar en calma y compartir un momento sincero luego de mucho tiempo.

Por fin estaban felices.

Quizás eso es lo que pasa cuando un volcán choca con una tormenta.

It's alright. ; KookV.Where stories live. Discover now