Búho

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Sorey miró a Dezel. Con la misma intensidad que miras a un gato con dos cabezas.

No era para tanto.

De hecho no lo era. Pero a veces a la gente le gusta exagerar.

Fue allí en medio del pasillo.

Lo siguió en silencio aun sabiendo que tenía una clase a punto de empezar. Lo sabía perfectamente. Pero la curiosidad lo picaba. Se iba a ir al infierno. No era la gorrita, tampoco los lentes oscuros. Incluso el bastón parecía un adorno.

Dezel avanzaba con toda la seguridad del mundo. Balanceando de un lado a otro el bastón que apenas rozaba con el piso. Los alumnos al verle abrían el paso como ese popular mito bíblico dónde Moisés abría las aguas. Aunque en este caso no era asunto divino. ¿Oh sí?

Dio la vuelta en un pasillo y tuvo que correr un poco más esquivando a varios estudiantes que llevaban más prisa que él. Caminaba erguido como venado, con las astas en alto.

Se detuvo en un casillero, lo palpó luego tocó el de la derecha. Giró la pequeña llave del candado abriendo su casillero. Sacó algunas cosas de su maletín y sacó un libro. En el proceso una hoja cayó al piso. Él no se había dado cuenta. Sorey caminó hasta él y recogió el papel, lo miró por breves instantes y distinguió la textura de relieve. ¿Braille?

Le habló y le ofreció la hoja. Dezel no volteó a verlo. Solo meneó un poco la cabeza y giró todo el cuerpo. Sorey se sorprendió porque era muy alto. Casi igual que Zaveid o Eizen. Él le extendió la mano.

Se le quedó viendo.

Tras un silencio entendió que debía dársela porque él –obviamente-, no podía ver en dónde estaba. Se sintió muy idiota. Dezel lo agradeció pero no agregó nada más. Cerró su casillero y se fue en la dirección contraria a la que venía originalmente.

Lo vio alejarse como un viejo Búho.

Dezel se volvió a aparecer varias veces en el camino de Sorey. Uno de ellos en la cafetería. Estaba a dos personas de él, en la fila para ordenar algo del menú de desayunos que la escuela ofrecía cada tercer día. Hoy había café, jugo y ensalada con huevo. Observó en silencio sus movimientos. Parecían agiles y "normales". Tomó uno de los pequeños recipientes que tenía la etiqueta Rosa, pero tan pronto lo levantó lo volvió a dejar en su lugar. Preguntó sobre los postres y la encargada le mencionó que no había gelatina. Sólo flan. Agradeció y tomó su bandeja tan solo con un café en ella.

Esa tarde había sido liberado temprano. Echó todas sus cosas en su mochila y echó a correr para llegar antes de que el Bus de las cuatro pasara frente al colegio.

Y lo vio allí.

Sentado con la espalda erguida.

Movía la cabeza de vez en cuando, alternando entre la derecha y la izquierda. Se acercó pero no dijo nada. Esperaría el autobús en silencio a lado de la parada.

—Deberías considerar operarte la nariz. Tu tabique está desviado— dijo Dezel. Sorey alzó una ceja pero era cierto, se había roto la nariz hace muchos años en un mal juego de niños. Tocó su puente y lo presionó—. Tengo buen oído. Respiras muy fuerte— Y sí, era cierto. Dezel giró su cabeza, como un Buho. Fue extraño.

Un carro aparcó frente a él. Pitó el claxon y Dezel se puso de pie. Era un Taxi de color pastel; de los especiales. No agregó nada más, Dezel subió lentamente y se fue.

Sorey arrugó la nariz y aspiró con fuerza haciendo un ruido grotesco. Joder, era cierto.

Nota final- Estoy molesta porque voy un día de atraso. Gracias por leer.

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⏰ Última actualización: May 07, 2017 ⏰

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