Todas las noches antes de dormir le enviaba un mensaje a Sadi Roman, fuera un halago o simplemente deseándole buenas noches y contándole que tal mi día, el cual no está completo sin ese último mensaje, que hacía que mi día fuera un poco mejor, más bueno, más feliz, más tolerable.
Todo empezó el 7 de Marzo, estábamos en primer año de media y por fin me decidí a hablarle, a darle una señal de mi existencia y lograr el mejor año de mi vida, o por lo menos dentro del colegio. Las clases habían comenzado hace 2 días y recién todo estaba volviendo a su sitio después del verano, los amigos reunidos, nuevas caras en el curso, profesores nuevos y viejos revueltos, mochilas y cuadernos que estrenar... y ahí estaba yo Andy Poker, sintiéndome igual que siempre, en mi burbuja, en mi espacio vital, al que nadie podía entrar y solo yo entendía. Una de las cosas que más hago mientras todos están en sus vidas sociales es mirar, me gusta observar a la gente y ver cómo se engañan a sí mismos, pero sobre todo me gusta mirarla a ella, no es igual que las demás, me gusta observarla, admirar, esos ojos grandes y color verdes, con esa mirada dulce y sencilla, esa sonrisa perfecta que toda niña desea, ese pelo color castaño, la estatura perfecta de un metro sesenta, perfecta, perfecta, así era ella para mí, cada cosa de ella me gustaba, fuera buena o mala. Aunque de lo malo poco conocía, pues nunca le había dirigido la palabra.
Ese día decidí que por fin le hablaría, y haría de este el mejor año, el problema es que no sabía como acercarme a ella, como no parecer un tonto o un desesperado, aún que lo estuviera.
Alex, mi mejor amigo trato de ayudarme de muchas maneras, durante el año pasado, me sugirió que me acercara a ella tiernamente y le dedicara uno de los tantos poemas que escribo y solo yo y él conocemos.
Pero al momento de la acción, ni siquiera mis piernas reaccionan.
Tenía el presentimiento de que este año sería distinto, estaba empezando algo nuevo en mi vida, y si yo mismo me lo permitía, ello podía ser parte de eso, por qué si algo he tenido claro estos quince años de vida, es que el único límite está en tu cabeza y si tú no rompes esa barrera, nadie lo hará.
Debo reconocer que el día fue un fraude, al final del día me sentía tan triste y decepcionado de mí, por no tener la valentía de hablarle a una simple chica, que para mí no era tan simple después de todo. No sabía qué hacer, al empezar el día estaba tan convencido de que hoy sería el día en que le hablaría, pero resultó siendo toda una decepción de mi parte.
Cuando llegue a mi casa, me llego un mensaje de Alex diciendo que no me echará a morir, que mañana lo podía intentar, que la vida no se acababa ahí, pero no, algo me decía que el día en que tenía que hablarle era hoy, ¿Y si no hay mañana? no quiero morir sabiendo que no me atreví hacer algo sin saber si hay o no un mañana. Me metí algo en la cabeza y cuando eso pasa, no hay vuelta atrás, o le hablaba de alguna forma antes del viernes o me olvidaba de ella. No tenía opción, era mi cabeza contra mi corazón, la guerra más peligrosa de todas.
Eran las nueve de la noche, mañana había clases, pero hoy era el segundo día de clases nadie llega a estudiar hasta la segunda o tercera semana, ni siquiera yo.
Para mí siempre era lo mismo, cada año, solo estudiar, mantener un promedio decente, mantenerme al margen de la sociedad, tratar de ser lo más común y no sobresalir, no me gusta ser el centro de atención, y lo eh sido muchas veces aún que nadie me recuerde, cuatro veces el mejor rendimiento del curso, ganador de debates y concurso de ortografía, conocimiento de la historia del arte, y lecturas. Pero a nadie le importa eso, solo importa cuantos likes tengas o cuantos seguidores ganes a la semana.
Estaba acostado mirando el techo de mi pieza. Sadi... Sadi... Sadi...
Solo al pronunciar esas cuatro letras de venían las rimas más hermosas que mi cerebro pudiera crear.
Me gustaría que pudiera leer alguna vez algo de lo que le escribo, no necesariamente escucharlo de mí directamente, pero si saber que hay alguien en este universo que piensa en ella noche y día.
Y ahí fue, en ese momento se me prendió la ampolleta y desbloquee mi celular, busque su contacto en el chat, el cual nunca había sido abierto, tenía su numero por qué Alex estuvo con una de sus amigas y ella en una oportunidad necesitaba hablarle, como no tenía su celular, se lo pidió a su novio, que en ese momento, para mí suerte, era mi mejor amigo. Por alguna razón el nunca borró su numero y cuando se entero que ella me gustaba me lo paso, nunca había abierto el chat, hasta ahora. Su última conexión fue hace diez minutos, tal vez ya se había ido a dormir, tenía una foto de ella en el perfil, era un fondo verde y resaltaba su largo y brillante cabello con sus ondas de siempre, estaba de perfil y podía notar sus pestañas rizadas y negras por exceso de máscara. Tenía los labios pintados de un color uva, la foto estaba muy bien tomada.
"Copiar y pegar" No lo pensé, solo actúe. Los adultos siempre dicen que hay que analizar y pensar lo que haces, por qué todo trae consecuencias, pero hay veces que no necesitas, no tienes que actuar como adulto, solo ser lo que eres, un adolescente tonto y si experiencia, que sigue sus propios instintos.
Así que simplemente lo hice, no pensé
en lo que pasaría y le envié el poema a Sadi Romero, a las nueve y siete minutos de la noche del 7 de marzo. ¿Que pasara? No lo sé, pero quiero saberlo, y rápido... y ella no responde.
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Hola, Sadi
Teen FictionUn chico que le envía mensajes todas las noches a una chica, la chica sabe quién es el chico. Pero nunca se hablan, ella nunca contesta sus mensajes, solo los lee y vive con eso Se ven todos los días en el colegio pero no se dirigen la palabra...