Miró al cielo. Gris, poblado de nubarrones oscuros y cubierto de polución, contaminado.
Lanzó un suspiro al aire, aligerando su paso por las calles. Con una bolsa de tela blanca en mano, vestida de aquella extravagante manera; aquella pequeña pelirroja era el centro de atención en aquel momento.
Ignoro toda mirada e hizo oídos sordos ante todo murmullo. Si seguía así, llegaría tarde.
Y en aquella situación, el tiempo era incluso más valioso que la joya más costosa sobre la faz de la tierra.
Caminó unas cuantas calles más, pisando los charcos producidos por la lluvia de la noche anterior. No le importaba mojarse los zapatos en aquel momento.
Finalmente llegó. Aquel imponente edificio blanco, grande tal castillo de cuento, horrible tal pesadilla.
El hospital donde su amigo, Kokichi Ouma, residía.
Pasó por las puertas automáticas. Al entrar, aquel peculiar olor que siempre inundaba los hospitales no tardo en llegar a sus fosas nasales. Realmente ya era algo inmune a el, pues estaba comenzando a acostumbrarse.
Planta cuatro, habitación noventa; ese era su destino.
Le visitaba al menos seis veces por semana. En esas seis veces, intentaba siempre pensar que todo saldría bien.
Lo intentaba, aún así era incapaz.
La puerta era de un claro color marrón. Estaba levemente abierta. La empujó intentando hacer el menor ruido posible.
Y allí estaba. Tendido en la camilla, conectado a aquellas máquinas que le ayudaban a respirar, a vivir con su sufrimiento diario.
Himiko se mordió el labio inferior, en un intento desesperado de aguantar las lágrimas que amenazaban con salir.
Tenía que ser fuerte para él, para que se fuera con una buena imagen suya.
Se sentó en una de las sillas que había cerca de la camilla. Ouma miraba a la ventana, con la mirada perdida, perdido en sus mundos donde todo era pura felicidad y risas.
Ojalá dejaran de ser fantasías, ojalá fuera todo risas y alegría.
- ¿Qué tal estás? - Preguntó por fin.
Él dudó por momentos. ¿Qué pensaría al respecto, si dijera la verdad?
- Bien.
Yumeno notó cierto toque amargo en sus palabras. A pesar de ser un gran mentiroso, a ella no podía mentirle. Le conocía demasiado bien para dejarse engañar por sus trucos baratos y sus palabras huecas.
Anunció la noticia que dibujó una sonrisa en los la labios de Ouma.
- ¿¡De verás!? ¿¡Cuál es!?
Le prometió que progresaria con su sueño de ser maga, que cada día le enseñaría su progreso. A pesar de que ella prefería no llamarlos trucos, al fin y al cabo eso eran para Ouma; trucos que le distraian.
La tarde pasó así. Himiko enseñándole su magia y Ouma atendiendo, olvidando por completo su condición.
Las semanas pasaban así. Ella iba, le entretenia, le quería. Él permanecía, atendía, le correspondía.
Y aun así, hablaban callando. No lo decían todo, no confesaban. Eran sentimientos con miedo a brotar, con la incertidumbre de la respuesta, el miedo al rechazo.
Eran solo unos tontos adolescentes enamorados mutuamente, con poco tiempo restante para gritarlo.
El tiempo es oro dicen. Tienen toda la razón del mundo.
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Grey days [OuMeno]
FanfictionHimiko Yumeno es la amiga de la infancia de Kokichi Ouma, y el ejemplo viviente de la frase "no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes". ¿Quien diría que su fugaz amor tuviera tan trágico desenlace?