Epílogo

439 25 1
                                    


La prisión había sido fácil, más fácil de lo que pudiera haber creído. Desde el primer día que ella llegó a la prisión, todo mundo sabía que iba a llegar a cambiarla.

Estuvo tranquila, sin buscar ó crear problemas.

No fue hasta que había pasado tres meses dentro cuando asesinó una chica por querer acabar con su vida por el simple hecho de haberse sentado en su sitio.

"Yo no me meto con nadie, así que nadie se meta conmigo si no quieren que su destino sea el mismo."- dijo después de asesinar a golpes a la chica.

Dos meses después, asesinó un guardia de el comedor frente a todas las reclusas por haber golpeado a una de sus amigas negras de la celda en la que estaban. Todo por una pelea que había provocado una chica blanca.

Lo había estrangulado con una venda que traía envuelta en su muñeca sobre la cicatriz que se había echo con unas tijeras cuando había intentado acabar con su vida.

Acabo con la guerra de las negras y blancas dentro de la cárcel a partir de ese día.

"Todas aquí somos iguales, todas aquí somos criminales. Todas tenemos que cuidarnos, no matarnos entre nosotras. Así que será mejor que comiencen a llevarse bien y la que rompa esta única regla. Yo misma voy a  asesinarla."- sonrió.

Desde ese día ella era quien manejaba la prisión, quien se encargaba de poner el orden y sobornar a los guardias para que ella y su hasta ahora leal amiga Valery tuvieran unos cuantos privilegios.

Todas la respetaban, nadie se metía con ella y ella no se metía con nadie.

Así era como las cosas funcionaban con ella en prisión.

De vez en cuando recibía cartas de sus chicos y dinero. Ellos no la abandonaron nunca...

Narra ________:

" ¡Parker! ¡Anderson! Levantense ahora."- grito el guardia.

Abrió los ojos con brusquedad y me levante de mala gana.

Valery tuvo el mismo destino que yo. Ambas estábamos de pie y con el mal humor hasta el culo.

Miré el viejo reloj que estaba en la celda.

"Son las 2:00 de la mañana, ¿qué te pasa maldito hijo de puta?"- gruñi.

"Tomen sus cosas nos vamos."- ordenó ignorando mis anteriores palabras

"¿Acaso no me oyes maldito inútil?"- gruñi.

"Escucha perra, tu traslado se cambio para hoy así que muevete, reclusa."- dijo tomando mi brazo y obligándome a caminar.

La realidad cayó sobre mi.

Iban a trasladarnos a una nueva prisión. Y de madrugada se hacían los traslados de las reclusas más peligrosas por seguridad.

Fuimos metidas a una camioneta de seguridad y el frío de noviembre se colaba por mi huesos. Ni siquiera nos habían dejado cambiar nuestras pijamas por los asquerosos uniformes que usábamos todo el tiempo.

Hoy se cumplía un año exacto desde que llegue a prisión, desde la última vez que lo vi.

No sabía cuanto duraría el viaje, llevábamos cerca de 20 minutos avanzando por lo que me imaginó era una fría y oscura carretera. Cerré lo ojos intentando dormir un poco.

Pero la camioneta se detuvo de golpe haciéndonos caer a Valery y a mi hacia el piso.

Abrí la boca para insultar al inútil guardia que conducía la camioneta, pero unos cuantos disparos fueron detonados ahí afuera.

Valery me miró con los ojos abiertos como plato.

Se hizo un silencio después de los disparos y la puerta de la camioneta fue arrancada de ella.

Un chico con el rostro tapado con una máscara de gas apareció detrás de ella.

"¿Qué mierda esta pasando? ¿Quién eres tú?"- preguntó Valery con el rostro totalmente palidecido.

Sonreí.

"Tranquila Val, mis chicos han venido por mi.."

Secuestrado • Justin y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora