Cadáver.

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Una suave briza meneó los cabellos rubios, suspiró cansino, sabía que por mucho que a ella le gustara, no soportaba la idea de tener el cabello largo, le recordaba a su padre; y no podía soportar la idea de parecerse a él.

Recordaba el rostro de cada cadáver que su padre le había obligado a observar, caminar entre ellos mientras se apilaban para después incinerarlos, no era algo que le recomendaba ver a un niño.

Regresó en sus pasos por el sinuoso camino, las hojas comenzaban a desprenderse de las ramas, dejando que el viento las llevara hasta donde quisiera, no entendía la razón por la cual Ginevra había elegido pasar sus vacaciones en un lugar tan apartado de la civilización, él prefería el bullicio, no había nada más que le aterrara que sus propios pensamientos; el último y más recurrente, el perderla a ella después de todo lo que le había costado enamorarla.

<Arrastraba los pies lentamente, con una sonrisa siniestra en el rostro, su cuchillo afilado pasaba de un cadáver a otro, mientras decidía cual iría primero, el brillo malicioso en sus ojos demostraba lo mucho que le apasionaba desmembrarlos, para después arrojarlos al fuego, para después pretender que eso jamás pasó.

Él jamás estuvo presente cuando dejaban de ser personas a pasar a ser un simple cadáver, sin embargo, veía a su padre mientras los desmembraba, la fascinación en su rostro mientras abría el pecho de esos cadáveres y sacaba sus intestinos, podía recordar el hedor de todo aquello, el sonido de los huesos mientras su padre destrozaba sus costillas, o la forma en que sus ojos rodaban por la mesa cuando su padre los sacaba, podía recordarse a sí mismo hurgando entre las entrañas de los que en momento fueron personas.>

Avanzó hasta la pequeña cabaña maltrecha, la puerta estaba abierta, el interior estaba destrozado en señal de lucha, corrió hasta la habitación, era el lugar donde dirigía la sangre, la puerta estaba abierta y la sangre fresca le recordó aquellos tiempos, avanzó lentamente, el más grande de sus temores yacía frente a él, en un ligero camisón blanco; que ahora contenía su propia sangre, se acercó a ella rápidamente, la pelirroja lloró cuando lo vio, moriría viéndolo.

—Duele –se quejó cuando la movió –tengo miedo –musitó –Draco tengo miedo de morir aquí.

Estaba asustado, completamente aterrado, y sabía que su rostro lo demostraba, ni siquiera en un momento como ese podía mantenerse en calma y hacer algo.

—Todo estará bien –prometió.

—Te amo –murmuró la pelirroja antes de que la fuerza le abandonara.

La sujetó contra él, en un instante Ginevra había dejado de ser ella para volverse uno más de los cadáveres que tanto lo atormentaban.

—Siempre juntos –murmuró en su oído –nada podrá evitar que estemos juntos.

Se levantó con el cadáver de la mujer que amaba en brazos, no había nada que pudiese alejarlo de ella, no importaba que tuviese que hacer, pero Ginevra Weasley estaría por siempre a su lado. 

***

Créditos de la imagen a Kattors.

Juntos. || DrinnyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora