— Por favor—suplicó la señora Harrington, mirando a su pequeña con ojos repentinamente vidriosos. Mi mano temblaba ligeramente y se cansaba con el peso del arma. Miraba a mi hermano, nerviosa con la punta de la pistola apuntando a su rostro. Quería escupirles en la cara de la rabia, en especial al señor Harrington. Lo fulminé con la mirada y se crispó al ver cómo tiraba con el pulgar el martillo del arma, posicionando una bala en el cañón.
— ¿Qué quieres de mí? ¡¿Eh?! ¡No tenía opción! Tenía que hacerlo por mí familia. ¡Tu habrías hecho lo mismo!
— No conoce nada sobre mí—musité, molesta porque se justificara con su familia.
— Escucha mocosa, quieras o no, te irás con ellos. Y tendré un fangote de billetes tan grande que no cabrá en mis manos.
— ¡Lo único que tendrás en una bala en la cabeza si no...!
Mi hermano exclamó mi nombre.
— No tiene caso—dijo él, abatido— No tenemos forma de escapar.
— Claro que la tenemos—dije, volviendo la mirada a Harold— Hacemos un trato por los tres.
—¿¡Qué!?— exclamó Claire espantada, mirando a su marido sin dar crédito a sus oídos. Su esposo frunció los labios y sus ojos se achicaron aún más. Finn mencionó mi nombre nuevamente, de un suspiro.
— Ninguna de las dos tuvieron nada que ver en esto. Que no paguen por la estupidez de este infeliz.
— Ya lo estamos pagando nosotros, hermano— espeté. Mi corazón palpitaba con una dolorosa rapidez. Podía sentir mis manos sudar. Estaba asustada. Me sentía atrapada en un callejón sin salida y lo último que estaba haciendo era pensar con racionalidad. Pero no me importaba. Sólo quería mantener a Finn a salvo. Me rehusaba a perder ante la Purga.No este año.
El sistema de seguridad se desactivó, anunciándolo con un pitido agudo. Observé las persianas de las ventanas levantarse y oía la de la puerta desplegarse al final. Mis piernas perdieron fuerza. El cañón de mi pistola se desvío hacia el final del pasillo, aguardando a que los nuevos invitados aparecieran. Melissa corrió hacia su madre, la mujer arrodillándose y envolviéndola en sus brazos, susurrándole que todo estaría bien. El señor Harrington bajó la mira de su pistola del rostro de mi hermano. Él sacó su arma y se alejó hacia el marco de la puerta de la cocina, apuntando en la misma dirección que yo.
Cuatro figuras, todas de casi la misma altura que la mía, aparecieron al final del pasillo. Los cuatro enmascarados nos observaron y el del medio carcajeó. Reconocí la máscara enseguida y sentí cómo mi corazón se caía al piso.
— Te dije que volveríamos a vernos.
El de máscara de payaso sonriente, el cual sostenía un bate de béisbol pintado de negro, se acercó hacia mí. Le apunté el arma y le demandé que se detuviera, más golpeó mi mano con el bate en un movimiento fugaz y la pistola cayó al piso. Finn respondió con un disparo y una bala se incrustó en el brazo del tipo, quién dejó caer el bate y acto seguido, se tomó el brazo. Ahogados gemidos de dolor se oían a través de la mascara de plástico.
Otros dos reaccionaron y se dirigieron a mi hermano. Uno de ellos, con un pedazo de fierro, golpeó a mi hermano en la espalda. Finn cayó y corrí hacia ellos, arrojándo al malnacido contra la pared de un empujón. El segundo intentó atraparme, pero una patada de mi parte en el pecho lo tiró hacia atrás, chocándose contra el sillón de cuerina roja.Sentí como tiraban de mi cabello y unas manos me rodearon por sobre los hombros, inmovilizando mis brazos.
— ¡No! ¡No, sueltame! ¡Que me sueltes, infeliz! — gruñía, intentando zafarme. Retrocedió conmigo a los tirones y observé a mi hermano ser tomado de los brazos. Lo arrastraron a mi lado y mi mirada se giró al de la máscara de sonrisa tenebrosa. Sus ojos escrutaron los míos y podía jurar que estaba sonriendo detrás del plástico.
— Eres toda una fiera, ¿eh?— se acercó y su fría mano rodeó mi cuello. Me tensé y alcé mi mentón, intentando despegarme de su agarre. Sus dedos apretaron suavemente alrededor de mi cuello y cerré mis puños con fuerza. Sus ojos bajaron a mi cuello y oía como respiraba por la boca, su aliento chocando contra la máscara.Un puñetazo algo torpe llegó a su estómago y el tipo retrocedió apenas, ahogando una palabrota y riéndose. Podía ver a mi hermano forcejear por el rabillo del ojo y a los Harrington temerosos de moverse o pronunciar palabra.
El enmascarado le hizo un ademán al que me retenía y podía sentir como su brazo se aflojaba. El primero se me abalanzó y me azotó contra la pared, mi cabeza golpeándose duramente contra ella. Su brazo estaba presionado contra mi cuello y su cuerpo cercano al mío.
— Eso fue interesante, pero ahora no es el momento de jugar rudo, preciosa — tiró de mi camiseta y volvió a golpearme contra la pared, aumentando la presión en el cuello — ¿Te comportarás a partir de ahora?—No tardé en asentir, puesto que no quería provocarlo más. Manteniendo la posición y liberando mi cuello, se giró hacia el señor Harrington y éste lo miro con temor desbordando de sus pequeños ojos oscuros.
— Paguenos y nos largamos.
El señor Harrington abrió la boca, la apretó y luego habló, tomando coraje.
— Yo no... les pagarán ellos cuando sean entregados — dijo el hombre con firmeza. Los cuatro se removieron incómodos y miraron al hombre, obviamente molestos.
— Ellos... — escupió un tercero, con máscara de calavera — ellos nos dijeron que pagarían ustedes.
— No es posible. Yo no- Yo...
— Yo, yo yo... — se burló el que me aprisionaba aún contra la pared, burlón pero aún con tono condescendiente en su ronca voz— Los Foster nos dieron su dirección y dijeron que allí nos esperarían el paquete y la plata. ¿Donde está nuestra parte?
— No la tengo. Yo no la tengo. No sabia...
— Si no nos paga, no podemos llevar el paquete a su destinatario. Y después tendrá que lidiar usted con ellos.La tensión se elevó aun más y el hombre trataba de justificarse, lavándose las manos y reclamando que no les debía un centavo.
Y en ese momento, vi una oportunidad para escaparnos.
— Está mintiendo — dije, las miradas de la habitación entera fijándose en mí — Es tan rata que quiere convencerlos de que no tiene su parte — el enmascarado miró a Harold, mis palabras dándole una razón para dudar — Es obvio que se quiere quedar con todo el dinero.
— Está mintiendo— se apresuró a decir el hombre, quien se encontraba moribundo en su lugar.
— Pero es lo que dijo — saltó Finn, comprendiendo el juego — "Estos salvajes no verán un sólo billete".
— ¡No es cierto! ¡Dirán cualquier locura para salvarse! — contradijo el hombre, mirando en dirección a su mujer, la cual en algun momento de la escena desapareció junto a su hija. Tartamudeó alguna que otra sílaba, pero los nervios lo consumían— Se los juro, no tengo su dinero. Llamen a los Foster y que ellos mismos le digan.
— ¿Pero que no lo ven? Echa la respondabilidad a otro y se borra del mapa — continuó Finn.
Los cuatro intercambiaron miradas, el herido gruñendo molesto algo inentendible.— Llevense a ellos en nuestro lugar — susurré, ganandome la mirada del enmascarado una vez más. Su cuerpo se había alejado del mío al discutir contra el señor Harrington, más no podía moverme de mi lugar aún— Llevate a los tres y quedate con su dinero. Y nos dejas a mi hermano y a mí en paz.
— No es lo acordado.
— Los Foster tendrán a tres por el precio de dos. No creo que se molesten.
— ¡Cierra la boca, mocosa! ¡No te atrevas a...
— ¿A qué? ¿Venderlos a ustedes? Pero si usted lo hizo con nosotros y sin una gota de remordimiento.
— No me iré de aquí sin nada mas que dos pobretones en mis manos — saltó amenazante el enmascarado. Alzó el dedo índice y negó con la cabeza. Se giró hacia sus compañeros y con un ademán de cabeza, libraron a Finn y acto seguido, comenzaron a saquear todo aquello de valor. Tomó el arma de mi hermano y me apuntó a la cabeza.
— Afuera. Andando — dijo meciendo la pistola, indicando hacia la puerta principal. Finn avanzó primero, y el tipo me tomó del brazo , tirando de éste y el enmascarado herido siguiendonos por detrás, finalizando la fila.A los otros dos se los oía gritar y silbar, mientras arrojaban cosas y se agarraban aquello que les parecía tener un buen precio. Estaban destruyéndole la casa a los Harrington.
Un nudo en mi estómago se formó rápidamente. La culpa comenzaba a caer sobre mis hombros. Me corroía por dentro y quería gritar. Lo que había hecho lo hice para salvar mi pellejo y no funcionó. No sólo me sentía culpable de poner a Melissa y su madre en semejante situación, sino del hecho de que nos ejecutarían a mi y a mi hermano. Y no pude hacer nada para impedirlo.
Era tal el revoltijo de emociones, que no podía sentir nada a la vez. Estaba vacía, sin esperanza y sin salida.
Podía sentir como todo se había acabado y mi pelea fue muy pobre. Podría haber hecho mucho más, pero sentía que aun no habría sido suficiente.
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Voy a tratar de actualizar mas temprano. No es que no tenga tiempo, sino que estoy mas inspirada durante la noche.

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Doce horas ©
FanfictionLa fecha anual de 'La Purga' se acerca. La tensión y el miedo aumenta mientras el pueblo cuenta las horas para que el caos se desate en las calles. Y cuando el día recae y las sirenas anuncian el comienzo de las doce horas, en donde todo crimen es l...