001 | Pandemonium

135 7 0
                                    

Emma llegó al lugar donde fue inmediatamente a formarse, si quería pasar rápido, mientras, esperaba a los que serían sus acompañantes esa noche. A su lado se encontraba un vidrio que la reflejaba en cuerpo entero, llevaba su cabello suelto y planchado con las puntas hacia arriba, los ojos delineados de negro y rojo sus labios en la ropa una falda tableada azul marino a medio muslo, medias transparentes negras, botas de tacón alto negras, un top del mismo color que la falda y una chaqueta de cuero negra junto a sus pulseras, arracadas y anillo, era simple, sin llamar mucho la atención.

—¡¡Emma!!— gritaron lejos de donde  estaba formada en la fila  y al darse la vuelta vió a su amigo Simón, junto a la zanahoria acercándose rápidamente a donde se encontraba.

—¡¡Simón!! ¡¡Zanahoria!!— gritó de vuelta Emma con una sonrisa torcida. —al fin llegan, pensé que tendría que esperar adentró por ustedes.

♠♠♠

Después del incidente con el chico de la entrada, donde Simón les preguntó a sus acompañantes si les parecía guapo y Emma contestó con una sonrisa torcida qué el chico se encontraba para comerse, los tres adolescentes caminaron al centro de la pista junto a muchos más.

Ya en la pista, Emma como Clary pusieron el ojo - una más disimulada que la otra- sobre el muchacho que les llamó tanto la atención, algo inusual en la rubia ya que se distrae con mucha facilidad.

De un momento a otro el adolescente se irguió en toda su altura, listo para el acecho, el chico había  empezado  a  apretar  el  paso  hacia  la  pista  de  baile justo en dirección a Simón, Emma y Clary, cuando  una  chica  se  separó  de  la  masa  de  bailarines  al otro lado del lugar y empezó   a  avanzar  hacia  él.  Y este se  la  quedó  mirando.

  >>Lo admito es linda,  aunque no tanto como yo<< pensó Emma.

Cabello  largo  casi  del  color  exacto de  la  tinta  negra,  ojos  pintados  de  negro.  Un  vestido  blanco que  llegaba  hasta  el  suelo, con  mangas  de  encaje que  se  acampanaban  alrededor  de  los  delgados  brazos. Rodeándo  el  cuello  llevaba  una  gruesa  cadena  de  plata,  de  la que  pendía  un  colgante  rojo  oscuro  del  tamaño  del  puño  de un  bebé.  Emma  tuvo  que  entrecerrar  los  ojos  para  saber  si era auténtico..., y era auténtico  y  valioso.

>>Debes de estar loca, chica<< pensó para sí Emma, ya que podían asaltarla y robarselo.

La chica le  sonrió  al  chico cuando paso  junto  a  él,  Emma supo que estaba llamándole  al sexy hombre con  la mirada.  Y este como mosca a la miel volvió  para  seguirla, a quién sabe qué lugar para darse.

Los ojos Emma y Clary los vieron llegar  a  la  pared  y  se  vieron a la pelinegra que se volvió,  remangándose la  falda  con  las  manos,  alzándola  mientras  le  sonreía  de  oreja a  oreja.  Bajo  la  falda,  llevaba  unas  botas  que  le  llegaban  hasta el  muslo y podría jurar que desde la distancia donde bailaban los tres escuchó al chico tragar saliva como si anticipara algo.

Emma observó como la pelinegra a lo lejos abrió una puerta de las tantas en el club y sabía lo que pasaría después, darse el lote. Pero la rubia se dió cuenta que seguían a la parejita y esta ni cuenta se daba.

—Bien  —dijo  Simón en medio de ellas—,  una  música  bastante  buena,  ¿eh?

Ante eso Emma rodó los ojos de manera divertida y negando con la cabeza.

Las chicas no  respondieron.  Bailaban,  o  lo  que  podría  pasar  por  ello (una  gran  cantidad  de  balanceos  a  un  lado  y  a  otro  con descensos  violentos  hacia  el  suelo,  como  si  uno  de  ellos hubiese  perdido  una  lente  de  contacto)  en  un  espacio  situado entre  un  grupo  de  chicos  adolescentes  ataviados  con  corsés metálicos  y  una  joven  pareja  asiática  que  se  pegaba  el  lote apasionadamente,  con  las  extensiones  de  colores  de  ambos entrelazadas  entre  sí  igual  que  enredaderas. 

Friki Donde viven las historias. Descúbrelo ahora