Capítulo 4: Alianza.

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Lunes, 06:20 am.

Como todas las mañanas, Hitoshi despertó a las 6:00 am en punto. Tomó una ducha en el baño privado de su habitación, y luego de vestirse con el uniforme de Kirisaki Daichi, bajó a desayunar.

Una vez llegó al comedor, se encontró con Seijuuro, Masaomi y su padre. Del mismo modo que siempre, el desayuno (al igual que la cena y el almuerzo) fue silencioso.

Ya a las 6:40 am, Masaomi y su padre se retiraron, por lo que él y su primo se quedaron solos.

El silencio reinó nuevamente en el comedor. Ninguno quería mirar al otro y se centraron en su desayuno, sin decir una sola palabra.

Cuando ambos estaban por terminar, el sonido estrepitoso de un celular retumbó en la sala. Inmediatamente, Akashi levantó la vista; era el teléfono de Hitoshi, que anunciaba un nuevo mensaje.

—¿Quieres dejar de mirarme? Molestas —dijo con el ceño fruncido.

Akashi solo puso los ojos en blanco, y regresó la vista al plato frente a el.

Hitoshi apartó el suyo y tomó su teléfono para revisar el mensaje. Una gran sonrisa llena de emoción se formó en su rostro al ver que Ren era el remitente.

En el mensaje de texto, este le había pasado la dirección de su casa, diciéndole que lo esperaba allí después de clases para hablar de ciertos temas. Hitoshi sabía que Ren quería hablar sobre la «generación milagrosa». Makoto Hanamiya y otros miembros del equipo le contaron algo sobre eso, pero aún había mucho que no sabía.

Por otro lado, Akashi también le sonreía a su celular. Furihata le enviaba mensajes todos los días, desde la mañana. Incluso le mandaba fotos de sí mismo desayunando o sonriendo; sin duda sabía cómo animar su día y hacerlo sonreír. Por eso lo amaba tanto.

(...)

Más tarde, al finalizar el entrenamiento, Hitoshi se dirigió al departamento de Ren, siendo acompañado por alguien. Al llegar, tocó el timbre y Ren abrió segundos más tarde. Hitoshi observó que su «amigo» aún llevaba puesto el uniforme del club de su instituto. Algo raro en él, ya que siempre que se encontraban, vestía las mejores y más caras ropas.

—¿Quién es él? —le preguntó Ren, mirando con sorpresa al chico de cabello negro frente a él.

—Es...

—Makoto Hanamiya —lo interrumpió—, el capitán de Kirisaki Daichi.

—Él es quien me habló de la «generación milagrosa» —explicó Hitoshi—. Y a partir de hoy, se unirá a nosotros. —Una sonrisa algo perversa se formó en su rostro al decir eso último.

Después de observarlo unos segundos, Ren supo que se llevaría muy bien con ese chico.

—Yo me llamo Yoshimura Ren, y soy el capitán de Fukuda Sogo~

—¿Capitán? —Makoto enarcó una ceja, sorprendido—. ¿No era otro el capitán de Fukuda Sogo?

—Eso era antes. Ahora ese puesto me pertenece~ —aseguró, guiñándole un ojo.

Hitoshi sabía el motivo por el cual Ren era capitán, ya que el mismo se lo había contado. Tenía que admitir que le daba bastante asco (aunque nunca se lo diría), y no estaba de acuerdo con eso. Pero cada uno hacia con su vida lo que quería, y el no era nadie para juzgarlo.

Acto seguido, los tres entraron al departamento. El lugar era bastante lujoso; muebles modernos y caros lo decoraban.

—Veo que tú también invitaste a alguien —comentó Hitoshi, observando al chico de rastas sentado en el sofá.

Trampas del destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora