Leonardo

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"¿Por qué tengo que ver a Leonardo?" Odiaba ir con el, era una pérdida de tiempo y de dinero, pero lo que más detestaba es que nunca, NUNCA, se interesaba si hablaba o no, que tipo de psicólogo es entonces.

"Recuerda que es por tu bien" Mi padre siempre repetía lo mismo cada vez que íbamos con Leonardo.

Llegue a su consultorio y me senté en ese sillón que adoraba era tan cómodo. La secretaria me dijo que pasara y así lo hice.

Me acomode en la cama que tiene Leonardo, según dice que los pacientes así se relajan a que estén en una rígida silla.

"¿Cómo éstas?"

"Diría que bien pero estaría mintiendo y a mi no me gusta mentir así, que diré que mal, además por que estoy aquí, contigo y eso empeora las cosas" A veces podía llegar a ser así de cruel pero uno se acostumbra.

"Creo entonces que es un bien y si no es así lo tomaré como tal" Odiaba a este tipo es que nunca podía tomar mi comentario como yo quería.

Un silencio incómodo apareció, preferí no abrir la boca por que sabía que algo estúpido pasaría.

Se levanto de su asiento para servir dos vasos de café y me lo entrego.

"Y dime ¿Ya leíste la carta?"

"Eso no es de tu incumbencia"

"Entonces al parecer si ¿tan mal estuvo?"

Pero ¿¡que!? como supo que la leí o que estuve muy triste que me quito el sueño.

"Tus gestos" dijo de repente

"¿Qué?"

"Tus gestos hacen que sepa tu respuesta a cada pregunta, si eso es lo que te preguntabas"

Decidí dejar una cara sin expresión así el dejaría de hablar, pero no tardo más de 5 minutos en seguir hablando.

"¡Oh cierto!" decía mientras chasqueaba los dedos. "Ven conmigo" el no me había preguntado, me estaba ordenando y a Leslie nadie la ordena excepto su padre; así que me queda inmóvil y tensa para que no pudiera dirigirme a donde sea que me llevaba.

"No es nada malo, y a parte tus padre ya acepto" Pero que demonios le ocurría a este hombre siempre hacia lo que su voluntad quería, a caso no le importaba mi opinión, así que me deje llevar.

El puso una sonrisa, esas que dicen que enamoran pero yo pienso que solo es una sonrisa, una simple sonrisa; tomo sus llaves, el celular y unas pequeña libreta. Subí a su auto y me senté en el asiento del copiloto. Observa por la ventanilla como si me encontrara en un vídeo, mis pensamientos me invadían ¿A dónde me llevaba? ¿Por qué lo hacia? ¿Qué estaba tramando? ¿Por qué quería ayudarme? ¿Y en realidad yo necesitaba ayuda? muchas preguntas como estas invadían mi cabeza, así que decidí romper ese silencio que se había formado.

" Entonces me vas a decir ¿a dónde vamos?" dije mientras fruncía el ceño.

"Solo te puedo decir que estamos cerca" dijo todavía con esa simple sonrisa.

"Oye te puedo hacer una pregunta" el solo asintió sin quitar la vista del frente "¿Por qué me ayudas?" por lo que observe en su cara, no entendía mi pregunta.

"A que te refieres"

"¿Por qué sigues aquí, intentando ayudarme, cuándo yo no dejo que penetren las paredes que me rodean?"

"Por que se que dentro de ti, hay alguien que se encuentra en un rincón llorando y gritando. Se que te han lastimado tanto, esas es la razón por la que te cierras, subes las paredes para que nadie entre y por lo mismo nadie salga. Se que cada noche lloras en tu cuarto, en un silencio que nadie pueda escuchar. Tu quieres liberarte de todo pero no puedes por que sabes que puedes afectar a los que están alrededor."

Una lágrima empezó a escurrir por mi mejilla, mis ojos se cristalizaron, todo lo que decía era verdad y no lo podía negar. El limpia esa lágrima con su mano, y por lo visto ya habíamos llegado ya que ya no se movía el auto.

"Vamos" me dijo mientras salia del auto ¿Pero por qué nos dirigíamos hacia la secretaria?

"Tengo un salón alquilado"

"Si, pase"

¿Pero qué? ¿Cómo que un salón alquilado? El cada vez era más raro. Entramos a un salón dónde solo había un costal de boxeo, los guates, una mesa y una botella; no entendía nada.

"Mira esta es una actividad que pocos psicólogos hacen ya que piensan que puede afectar al paciente y hacerlo más violento, pero en tu caso creo que es justo lo que necesitas"

"Ósea, quieres que golpe ese costal y ya"

"Exacto, pero en esta ovación vas a fingir que le hablas a una persona con la que msás tengas problemas, así que hazlo"

"Ok" me acerque a la mesa, tome los guantes, me dirigi hacia el costal de boxeo y empeze a golpear.

Al principio empece con golpes muy leves, pero como pasaba el tiempo cada vez eran más fuertes y ferocez.

"¡ESTUPIDO GERMAN, POR QUE TE FUISTE! ¡ESTUPIDA AMELIA TU TAMBIEN TE FUISTE! ¡ESTUPIDA PERRA! ¡ESTUPIDOS SECRETOS! ¡POR SU ESTUPIDO SILENCIO! ¡TODO ES TU CULPA AMELIA!" y ese fue mi último grito hizo que ne desplomara en suelo mientras lloraba, sentí las manos de Leonardo y aunque no lo podía creer necesitaba un abrazo, así, que no dude en hacerlo.

Mi gran secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora