Capitulo ~11~

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—No, está soltero. Pero te digo un secreto… él está muy interesado en ti, siempre me acompaña a comprar, pero nunca antes se había atrevido a entrar al supermercado porque lo pones muy nervioso, ya lo has visto, salió casi corriendo —y se tragó toda la mentira.

Lucía como una chica fácil, así que era pan comido. Esta noche Carlos perdería.

—Si quieres, te puedo arreglar una cita con él —eso le fascinó.

Aceptó encantada y le di la dirección del departamento, le dije que podía pasarse por allí como a las ocho o a la hora que saliera del trabajo, estaríamos todo el día allí de todas formas. Nadie hacia fiestas los lunes.

Cuando salí, Carlos me ayudó con las bolsas. Por un momento creí que me había equivocado de persona, porque él nunca en su vida me había ayudado a llevar algo. Podía tener diez bolsas en las manos y él observaría como las cargaba.

—¿Carlos, eres tú? ¿O fuiste abducido por algún alienígena? —ser rio de mí, pero no me dijo nada. Algo andaba raro en él, algo se traía entre manos y si no hacía un plan aparte del de la chica pelirroja, podía perder.

Al llegar al departamento, Carlos cargó con todas las bolsas hasta nuestro piso y no me dejó ayudarlo. Abrí la puerta del departamento y entró con dificultad.

—Deja que te ayude —le dije cuando comenzaron a caerse algunas cosas.

—No te preocupes —me detuve en cuanto le escuché. Su voz, su maldita voz. Ese no era Carlos, sino que “Carlos”, la otra versión de mi amigo que sólo aparecía cuando de verdad iba en serio por una chica. Era amable, un caballero hasta que pasaba al siguiente nivel y se la llevaba a la cama.

Tenía que tener mucho cuidado hasta que llegara la pelirroja. Y recién eran las cuatro.

—Bueno, entonces no tendrás ningún problema con ordenar todo, ¿cierto? —le pregunté, tirándome al sofá.

—Claro que no, yo me encargo de todo —era un idiota, creía que con el papel de caballero me conquistaría, pero olvidaba que lo conocía desde los trece años.

Me levanté del sofá tan pronto como el comenzó a ordenar, silbaba como si eso lo hiciera feliz. Yo corrí y me encerré en mi habitación. Tenía que pensar en algo, Carlos ya había empezado a mover las cartas y yo sólo tenía como plan a la chica pelirroja. Podían suceder muchas cosas de aquí a que ella llegara.

Así que me puse a pensar en métodos de seducción. Tenía que admitirlo, en esas cosas no era una experta, lo mío era más ir a una fiesta, unos tragos e irme con el chico que haya llamado más mi atención, normalmente les dejaba el trabajo a ellos.

Aunque tampoco era una santa.

Y recordé uno de los consejos que me dio una amiga en la escuela, en nuestro último año: “Sedúcelos con la ropa, eso hará que tengan ganas de arrancarla”.

Siempre lo consideré el peor de todos, en sí esa chica era una cualquiera, nunca tuve grandes amigas a menos que considerara a Carlos esa vez que bebió hasta perder la razón y se puso un vestido floreado, pero estos eran momentos desesperados y necesitaba medidas desesperadas.

Busqué en mi armario algo que sirviera, pero no era una consumista. Más que nada tenía jeans y playeras, alguno que otro vestido corto para las fiestas, mas Carlos los conocía y sabía que cuando los usaba era para tener sexo. Necesitaba algo que lo impresionara, que lo dejara con la boca abierta, pero que no se me acercara. Eso era lo que más me importaba en estos momentos, que no sucediera nada hasta que llegara la chica.

Y sabía qué funcionaría.

Hace un año, una ex novia de Carlos –duraron como un mes, ni siquiera debería llamarla “novia”- me regalo en mi cumpleaños un horrible vestido negro. Era horrible porque se parecía a los que ocupaban las demás chicas para ir a una fiesta, negro, ajustado, corto y de tirantes. Algo que guardé en mi armario durante mucho tiempo, amontonado entre la ropa que no ocupaba y que no pensaba ocupar nunca.

Agradecí no haberlo tirado a la basura cuando lo encontré arrugado pero en buen estado entre medio de la ropa.

Seguía igual de horrible.

Me quité la ropa y me paseé por la habitación, decidiendo si ponérmelo o no. Primero me daría una ducha, después podía enfrentarme a esto.

Pero cuando estaba sacando una toalla para ir al baño, la puerta de mi cuarto se abrió y Carlos entró. ¡Se me había olvidado ponerle seguro!

"Un amor Prohibido" Carlos&Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora