Amor

13 0 0
                                    

Llevo unos días fijándome en un chico, es muy atractivo y va a mi clase.

Cada vez que sonríe, su mirada se me clava en el corazón como una flecha y, cada vez que le tengo cerca su olor llega a mí como si se tratase del aroma de los ángeles. Es increíble, es increíble e imposible, jamás conseguiré nada de él que no sean los apuntes de matemáticas pues soy un chico también, y como diría la gente de ahora: no le va ese rollo.

Cada día me cuesta más pasar desapercibido, ya que, como a cualquier persona a la que le guste alguien le es imposible evitar disimularlo, aunque creo que él no se percata.

Todos los días intento conversar con él, pues intento ganarme su amistad porque ha sido este año cuando le he conocido y apenas sabemos el uno del otro, pero en cuanto a amistad le estoy ganando.

Son muchas de las cosas que hablamos: música, deportes, asignaturas... y mi tema menos preferido, las chicas.

Está claro que si quiero estar con él tengo que fingir tener sus gustos, por lo que tengo que fingir que me gustan las chicas. No lo hago solo por él, realmente lo finjo por todos pues si alguien se enterase de mi orientación me estaría cavando mi propia tumba.

Pasan los días y se acerca su cumpleaños, hemos quedado varias veces con un grupo de amigos que tenemos en común, ha sido bastante divertido, lo malo es que cada minuto que paso a su lado siento una gran presión en el estómago.

Un amigo mío, Marcos, el típico personaje que no se calla ni una, ha soltado delante de todos que me gusta ese chico, del que, por cierto, aún no he dicho su nombre: Álvaro.

Bien, en cuanto al comentario de Marcos; pasó así: estábamos todos juntos tomando algo en una terraza y, según él , yo estuve muy pendiente de Álvaro, porque decía que no paré de preguntarle si quería algo más, si tenía frío ... y que cada vez que hablaba con alguien yo intentaba interrumpir. Está claro que Marcos no tiene ni idea de lo que siento pero soltó un comentario del estilo "qué pesado estás hoy Alex, déjale respirar, ¿qué pasa te gusta o algo?". En ese momento me subió un angustioso calor a las mejillas, pero intenté disimular con un comentario un poco impropio para mis principios y que no pienso citar por propia vergüenza.

Diario de un marica.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora