Amor y dolor

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Había dicho que se acercaba su cumpleaños y es en lo que más me estoy rompiendo la cabeza estos días porque no sé qué regalarle, me siento en un aprieto por dos cosas, la primera que quiero regalarle algo que sienta como personal , entre él y yo, y la segunda que no puedo regalarle algo personal porque sino la gente se reiría de mí y comenzaría a sacar conclusiones, de modo que tendré que regalarle cualquier tontería típica para un chico y esconder mis sentimientos como he hecho siempre.

No sé por qué cada día siento más presión en el estómago, cada vez estoy más tiempo con Álvaro y cada vez siento más ganas de ser alguien especial para él.

Me siento en un pozo, no encuentro la razón de por qué debo esconder mi corazón, es sino este mundo el que me lo impide, pues el ver a dos parejas del mismo sexo cogidas de la mano y mostrándose su amor, ante los ojos de esta sociedad parece algo inhumano.

Muchas veces me dan ganas de decirles a todos lo que siento por Álvaro, y de decirles que me da igual lo que piensen, que yo elijo mi vida y que no hay que enamorarse de un físico, de un sexo sino de una persona, una mente.

Pero cuando acabo de pensar esas palabras, me siento aún más ridículo porque yo no puedo hacer eso, nadie lo entenderá, no están capacitados para entenderlo. Creen que todo ha de tener un límite y unas etiquetas y no puede salir de ahí.

Me siento un cobarde, pero quiero serlo.

Álvaro es un chico muy guapo, y es muy inteligente, cada día me impresiona con algo nuevo, es muy listo y aplicado, y muy cariñoso, con las chicas; con las que ha estado por lo menos así se ha mostrado.

Eso es otra de las cosas que más me duele, cuando él me habla de las chicas que conoce y cuando discute con ellas, y al tenerme a mí dispuesto a ayudarle siempre acude a mi consejo, lo odio, desearía decirle que todas son iguales y que ninguna le puede ofrecer lo que yo le puedo dar.

Era el día de su cumpleaños. Lo celebramos en su garaje, sus padres no estaban y había invitado a un montón de gente.

Rodeados de bebida y de una escandalizadora música, toda la gente se lo pasaba bien bailando y riendo , todos menos yo, aunque intentaba, cómo no, ocultarlo.

-¿Qué te pasa Alex?,¿ aún piensas que no me ha gustado tu regalo?, de verdad que sí , la camiseta es de mi equipo favorito, me encanta.- Álvaro se me acercó a mí, pues como ya he dicho es un chico muy inteligente , y además me conocía ya bastante como para saber que no estaba a gusto .

-No, no, no es nada de verdad. Qué animado está esto – Dije con la más falsa de mis sonrisas, mientras en mi cabeza sólo se me pasaba la idea de abrazarle y decirle todo lo que sentía, por qué estaba así. - Es que me encuentro un poco mal, me duele la barriga, pero se me pasará.- Dije para excusarme.

-¿En serio?, ¿quieres que salgamos fuera a tomar el aire un poco hasta que se te pase?.- Sus palabras resonaron en mi cabeza como la entrada gratis a un paraíso idílico, pues me estaba ofreciendo, como buen amigo que él es, abandonar su fiesta un momento para estar conmigo un rato, conmigo y a solas. Me hice de rogar pero al final asentí con la cabeza.

Diario de un marica.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora