Brasil decime qué se siente un primer beso.
— ¡No Melinda! Es muy peligroso hija y si te descompones en pleno viaje. No voy a dejarte ir—negué con la cabeza.
—Pues, que suerte que tengo veinte años— sonreí.
Mamá y la abuela, Antonia, ambas negaron con la cabeza.
—No puedo dejarte ir a Brasil, hija, te amo y haría cualquier cosa por ti, menos dejarte morir sola. —negué.
—Voy a morir, tienes que aceptar que en algún momento no voy a estar porque estoy muriendo de a poco y solo quiero aprovechar mis últimos meses ¿No puedes entenderlo? Quiero viajar a Brasil y pasar una semana sin pensar en que esto va a ocurrir— comencé a angustiarme.
—Pero no iras sola Melinda, y ni tu abuela, ni yo podemos ir—asentí decepcionada.
—De acuerdo pero encontraré a alguien— ellas aceptaron.
Días después...
— ¿Cómo estás? Quiero decir ¿Cómo te sientes?— dijo preocupado.
—Máximo estoy mal, sabes esto no quería que fuera así—él me tomó de la mano.
—Tu enfermedad es muy severa, está bien si te sientes así Mel—negué con una sonrisa.
—No estoy mal porque moriré, estoy mal porque mamá no me deja ir a Brasil sola, y es el segundo de mis deseos antes de morir. —solté su mano.
—Ah, bueno pero tiene razón sola no puedes ir—lo miré enojada.
— ¿Es en serio Max? Sabes lo mucho que deseo ir a Brasil, estar en la playa y ser feliz solo por un rato y te pones de su lado, vaya amigo que tengo. —cruzó los brazos.
— ¿A sí? Entonces estos dos pasajes para nosotros ¿a quién se los puedo regalar?—sacó dos papeles de su bolsillo.
— ¡Me estas jodiendo! —Salté de la emoción— ¿iras conmigo Max?— él asintió—No puedes, estás en la facultad de medicina y no tienes que hacerlo por mi—pasó su mano por mi mejilla.
—Haría todo por ti, Mel, eres mi mejor amiga—lo abracé.
— ¡Mamá, adivina quiénes se van a Santa Catarina!—grité y corrí a buscarla.
Le contamos nuestra idea a mi mamá y entonces...
— ¿Qué? No, Max está en la facultad de medicina. Patricia me va a asesinar, literal. —él negó.
—En realidad mi mamá estuvo de acuerdo y me mandó este mensaje para usted "Descansará de todo esto"— abracé a mi mamá cuando se derrumbó en llanto.
Días después estábamos rumbo a Santa Catarina; llevaba mis medicinas, mis antialérgicos, y mi enfermedad en ese pequeño colectivo.
—Nos quedan treinta horas, Mel, será mejor que estemos al tanto por si te descompensas. Tu mamá me dio muchas medicinas y termómetros, pastillas de carbón, etc. —reí.
—Eres mi amigo, mi acompañante y no eres mi enfermero, así que para ya. —él sonrió.
—Pero si tienen algún problema debes contármelo, ¿de acuerdo?—asentí y tomé su mano antes de dormir un poco.
Al otro día almorzamos lo que nos dieron y rogué por no tener diarrea, como todos los días desde que tengo esta enfermedad, de la cual se conoce muy poco.
Algo muy notorio en el colectivo era mi incontinencia y todos me miraban como cada veinte minutos iba al baño. Sentí hasta vergüenza, pero después pienso que no es mi culpa y no lo elegí así y muchos no saben que es porque soy una enferma casi terminal. Max estaba casi paranoico, cada diez minutos me preguntaba si estaba bien, lo quiero y mucho.
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Diez deseos antes de morir.
Historia CortaMelinda es diagnosticada con una severa enfermedad degenerativa y los médicos le dan cuatro meses de vida, y entonces ella escribe diez deseos que ansía cumplir antes de morir. -Quiero que me conozcan y entiendan el porqué de mi lista de deseos y l...