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P.O.V. Camila


Comencé a dar vueltas en la cama, me dolía todo el cuerpo, abrí los ojos y miré a mi alrededor, no fue un sueño, de verdad estábamos en esta horrible casa.

— LLÉVAME DIOS! -dije cubriendo mi rostro.

— Camilita, ya estás despierta? -oí gritar a mi madre.

— Desearía no haber despertado nunca más! -dije frustrada. No podría soportar mucho tiempo esta situación.

— Si quieres desayunar aquí tenemos café, pan tostado y unas deliciosas magdalenas que nos ha traído la vecina. -respondió mi madre, ignorando totalmente mi respuesta.

— No quiero nada de aquí. -respondí molesta. Mi madre ya no dijo nada. 

Lo que faltaba, caridad de los vecinos. Lo último que quería era comer los regalos por lástima de los vecinos, sólo quería recuperar lo mío y salir de esta pocilga.

Me levanté y salí de la habitación, fui a buscar el cuarto de baño, estaba al final del pasillo, entré y me lavé el rostro, varias veces, me sequé con una toalla que mi madre ya había colocado allí, luego me dirigí a la cocina, al entrar me doy cuenta de que hay una señora sentada con mi madre y Sofi, ella estaba de espaldas y no me vio entrar, pero cuando mi madre me habló, ella giró y me sonrió sin muchas ganas.

— Hijita, esta es la amable vecina que nos ha traído estas increíbles magdalenas, la señora Clara.

— Buenos días Camila, espero que no hayamos sido nosotras las que te hayamos despertado con nuestra charla. -dijo ella levantándose y aproximándose, le di una rápida mirada y definitivamente a juzgar por su pinta era humilde, no tenía la más mínima pizca de ser alguien de nuestro nivel, aunque ahora mismo cualquier mendigo estaría a nuestro nivel.

— Buenos días señora Clara. -dije sin mucho entusiasmo. Ella dejó un beso en mi mejilla y le sonreí forzosamente. — No se preocupe, desperté por una horrible pesadilla. -ella sonrió y se dirigió a mi madre.

— Yo me retiro, las estaré esperando para el almuerzo. -dijo dejando un beso en la mejilla de mi madre. — Fue un gusto conocerte Sofi. -dijo dando un beso a mi hermanita, luego se dirigieron con mi madre hasta la salida.

— Kaki, tienes unas ojeras horribles. -comentó Sofi, mientras masticaba un pedazo de magdalena.

— Todo aquí es horrible Sofi. -respondí tapándome el rostro, Sofi era muy pequeña para entender muchas cosas, recién tenía 10 años, por mi parte, yo con mis 16 ya entendía TODO. — Quién era esa señora? Por qué mamá la dejó entrar?

— Es la vecina del frente, vino a saludar, es muy guay. -respondió ella. De pronto volví a la realidad, tendría que estudiar aquí, mis mejores amigos no estaban, qué demonios sería de mi vida?

— Hija? -mi madre interrumpió mis pensamientos.

— Madre? -respondí alterada.

— Todo bien? -dijo preocupada ella, aproximándose, tal vez quedé pálida con la sola idea de entrar a esas escuelas del estado.

— Dime por favor que aún tenemos dinero para ir a una preparatoria decente. -dije prácticamente sin voz. Ella soltó un suspiro y rió después.

— De eso quería que habláramos, acerca del dinero, con mis ahorros y el trabajo que pueda conseguir aquí, pronto nos recuperaremos, no vivirás como una indigente si es lo que te preocupa. -dijo esto último porque ella me conocía perfectamente.

Accidentalmente Enamoradas  (CAMREN G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora