Capítulo 1

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DISCLAIMER: Los personajes que aparecen en esta historia pertenecen a Naoko Takeuchi y su obra Sailor Moon, sólo los tomo prestados para crearla.

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¿Estarás ahí?

Capítulo 1

"Aun puedo escuchar tu risa entre los murmullos del viento. Sentir la suavidad de tu piel de porcelana y tus hermosos cabellos. Si cierro los ojos vuelvo a sentir tus cálidos labios sobre mi boca, tus manos enredándose en mi cabello. Sé que nunca volveré a sentir esto... porque el amor solo llega una vez así de intenso y no vuelve más. Y aunque pase el resto de mi vida en soledad, jamás me sentiré realmente solo, porque tú aún seguirás conmigo... en mis recuerdos."

La lluvia caía sin misericordia sobre las verdes colinas. Las personas que lo acompañaban ya habían tomado sus propios caminos y se retiraron hacia sus casas o trabajos, a seguir con su rutina normal, con su vida.

En ese momento por fin podía ser él mismo, por fin podía dejarse caer, por fin podía ser débil y permitirse llorar por el amor perdido.

Levantó la mirada una vez más hacia aquella piedra de mármol, a través de los lentes oscuros que protegían su mirada triste y vacía de la mirada de curiosos. Debajo de aquella piedra fría yacía su frágil y delicado cuerpo, aún tibio, él lo sabía, aunque las leyes de la física le decían lo contrario.

No es justo. Eran las tres palabras que permanecían dando vueltas en su mente. Si tan sólo hubieran tenido tiempo. Si tan sólo él hubiera sido más valiente. Si tan sólo... si tan sólo... pero ya no había más tiempo para ellos, ya no habían más oportunidades que aprovechar, ya no quedaba nada más que reprocharse... y los hubiera en realidad no existen. De ser así él tendría la oportunidad de cambiar las cosas, de volver en el tiempo y hacerlas diferentes.

Pero no se puede. Y lo más difícil es recordar que sólo tuvieron un momento, un único y mágico momento que debió durar para siempre... sólo que "para siempre" es distinto para cada persona.

Las lágrimas empezaron a amontonarse en sus ojos, saliendo sin que pudiese hacer nada para evitarlo. Y tampoco lo deseaba. Quería llorar. Quería sufrir. Quería sentirse miserable. Al menos así se daría cuenta que aún seguía vivo, aunque creía haber muerto el día que su sonrisa se apagó.

─ Darien... ─ Una voz conocida lo llamó a sus espaldas y aunque no volteó a ver sabía bien de quien era.

─ Déjame solo... quiero estar solo.

─ No puedes seguir aquí, llevas horas parado enfrente de su tumba, ya todos se fueron.

─ Tú sigues aquí.

─ Soy tu amigo... además le prometí que no te dejaría solo.

El pelinegro sonrió con ironía. ─ Siempre pensaba en todo.

─ Así es, y estoy seguro de que no le gustaría verte así.

─ No puedo evitarlo... es el amor de mi vida.

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