Capítulo 1.

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¿Que como se puede vivir alejada de todo y todos?...
Pues es la respuesta mas sencilla,  una vez que te tachan por como eres,  no hay vuelta atrás.
Crecí en un mundo lleno de dolor,  agonía en mi corazón,  crecí sola.
Mi vida siempre trato de la oscuridad que había logrado abrazar a mi corazón,  la oscuridad que me hacía sentir bien. Siendo así,  el juguete de la secundaria.

Un día  de esos extraordinariamente aburridos,  llegue a la secundaria,  todo marchaba como siempre,  suponía que me esperaban para comenzar la diversión.

—Wow miren chavos,  ahí va la emo.

Comenzaron todos a reír.
Intente escapar,  corri lo mas rápido que pude.

—Hey!!— me tomaron del cabello. — ¿a donde crees que vas?
—No me hagan daño por favor. Se los suplicó.— las lágrimas comenzaron a caer de mis ojos.
—Ay miren!!  La mosquito esta llorando.

La chica que me tenía tomada del cabello me tiro al suelo donde había un gran charco de lodo.
Comenzaron a golpearme,  a patearme como si fuera una bolsa de basura. Bueno,  quizás si lo era.

—Pobre de ti si le cuentas a alguien,  por que te va peor.  ¿Oiste estúpida?

Todos se marcharon,  yo tome mi mochila y corrí hasta el baño heha un completo mar de lágrimas.
Tire mi mochila y me vi al espejo, la sangre brotaba de mi nariz y mis labios. Pase mi mano por mis labios y contemple el rojo tan vivo de la sangre.
Mi llanto continuó siendo mas duro cada vez...  Me vi al espejo gritándome a mi misma.  *Por que Monserrat?  Por que te permites esto?  Eres y seras siempre una inútil*.

Sentía un dolor interno,  aún mas doloroso que el de las heridas,  me resbale lentamente por la pared,  recogí mis rodillas apoyando mi cabeza sobre ellas.
Perdiendo la primera clase,  para que nadie notará mi suciedad y dolor.
Una chica entro al baño y posó su mirada sobre mi.

—No me hagas daño por favor...— le suplique.

La chica continuó con lo que iba hacer,  y yo decidí levantarme,  lave mi rostro y mis brazos,  me puse mi suéter para cubrir la suciedad...  Pase agua por mi cabello para que se acomodara un poco más.
Muchas cosas terribles me pasaban,  pero nadie me escuchaba,  solo podía contarle mis tristezas al reflejo que había en el espejo.

Espejito, Espejito. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora