Una semana después todo marchaba tranquilamente... En el exterior claro. Deje de escuchar al espejo.
Mi madre continuaba con sus numerosas botellas de alcohol en sus manos, por supuesto yo continuaba siendo la humillación de la secundaria.Siendo un día soleado, hermoso, colorido. Iba caminando hacia la secundaria, pensando en cual sería la humillación del día. Cuantos raspones más me dejarían.
Aquel mismo chico del parque se atravesó en mi camino, con un gesto de amabilidad me saludo.—Cómo estás??...
—Bien. — le contesté bajando la mirada. — ¿Que haces por acá?
—Bueno, busco una secundaria que queda a dos cuadras de aquí.
—Ah.. Si, yo estudio ahí.El esbozó una linda sonrisa.
—Pues yo entrare a estudiar ahí.
No sabía por que, pero todos mis temores se fueron cuando el me dio la noticia de que estudiaría en la misma secundaria que yo.
—¿Como te llamas? — me pregunto acomodándose su corbata.
—Soy Monserrat. ¿Y tú?
—Me llamo Peter.Era el nombre mas hermoso que había escuchado en todo el mundo. Peter.
Ambos continuamos el camino hasta la secundaria hablando de diversos temas.
Al llegar temía a cuantas personas comenzaran a decirme o hacerme cosas, quizas no estaba con la mejor compañía o protección, sin embargo eran muchas preguntas a la vez.—Llego la mosquito, pero no esta solita... — Rió Catalina.
Yo continue mi camino, y en el momento menos esperado, Peter se les devolvió. Frunció el ceño y cerro los puños liberando toda la fuerza que obtenía.
—No, no esta sola. Y esa mosquito tiene un nombre, hermoso por cierto. Que la hace menos que ustedes montón de ignorantes? Debería de darles vergüenza.— dijo enfurecido dando la media vuelta.
Por primera vez me sentí protegida, me sentí segura, donde nadie más pudiese lastimarme emocional y físicamente.
A Peter no le toco en el mismo salón que a mi, pero podíamos encontrarnos en el receso. Cada quien continuó su camino, yo me retire a mi salón con una sonrisa que jamás en mi vida había mostrado.
Aparte mis emociones negativas, dejando que el viento se las llevara.
En mi clase de geografía lo menos que hice fue prestar atención, solo pensaba en el maravilloso acto que Peter había hecho ese día por mi, y también pensaba en el, no sabía que estaba pasándome.
Pues había algo en el que ese día me había atrapado en todas las maneras humanamente posibles.