Capítulo 2.

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Cuando finalmente salimos corrí antes de que todos salieran, camine hasta mi casa dejando que mis lágrimas se derramaran,  ya era hora de por fín estar sola,  necesitaba sentirme libre,  necesitaba ser yo lejos de ese montón de infelices.
Podía ver en cada calle,  parejas felices,  amistades perfectas,  padres con sus hijos dandoles amor.
Y yo caminando sola,  como siempre.

Al llegar a casa mamá tenía cuatro botellas de alcohol,  y unos cinco cigarrillos en el cenicero,  estaba por terminar una copa, estaba completamente ebria, solo ella podía entenderse.

—Vaya,  hasta que por fin llegas.— río. — Si.
—Como te fue, tus...  Tus amigos que?— comenzó a sevirse otra copa más.
—Mamá?  No crees que bebés mucho? —Tu mejor callate,  por eso nadie te quiere. — levantó su copa. — Salud!!  Jaja— volvió a reir.

Mi corazón se partió en miles de pedazos por sus crueles palabras,  odiaba verla tomar tanto,  siempre llegar a casa y ella en su borrachera.
Corrí hasta mi habitación y me encerré tirando mi mochila y tirándome yo a la cama con el llanto que no dejaba de perseguirme...
*¿Por que?  Por que mi vida es tan mala?  Por que no puedo ocultar este dolor que siento y desaparecer...  ¿Por que? * gritaba cubriéndome con mis almohadas.
De verdad mi mente ya estaba bloqueada,  mis calificaciones estaban por el suelo,  todo se había apagado desde el día que mi padre murió...
El si podía comprender mis tristezas.
Pero la vida me había comenzando a llevar mas allá de todo lo que era color de rosa,  lindo y hermoso.
Ahora solo quedaban los pedazos de un corazón roto que todos creen entero y por eso siguen lastimando.

Espejito, Espejito. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora