Cuando Dios entra en pánico

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Izaya frunció el ceño al observar su reflejo, revolviendo su cabello en frustración. ¿Debería dejarlo cómo está?, ¿o arreglarlo de un modo diferente? Sus ojos vagaron a observar las ropas que estaba usando; una sudadera gris y unos simples jeans negros. ¿Era eso lo suficiente bueno? ¡¿Cuán lujosas eran esas estúpidas fiestas de estofado que organizaban?!

—¡Izaya, has estado en el baño por casi una hora! ¡Sólo vamos a casa de Shinra, no es la gran cosa! —gritó Shizuo desde el otro lado de la puerta, causando que el pánico golpeara al informante para rodar sus ojos.

Tsk, ¿qué sabía Shizuo? el protozoo ya había estado en montones de fiestas de hotpot antes, por supuesto que no se preocupaba por como él lucía.

¡Ésta es una situación completamente diferente para él! Después de todo, Shinra finalmente lo había invitado junto con Shizuo para visitarle con todos los demás también en su casa. Eso significa que el grupo de la vagoneta iba a estar ahí, los tres mosqueteros, los compañeros del trabajo de Shizuo, ¡y probablemente más personas iban a estar ahí!

Y hasta ahora, sólo dos de ese grupo de personas sabían que Izaya iría: Shinra y Shizuo.

Izaya caminaba de un lado al otro frente al espejo, preguntándose si quizá debía ponerse un pasador en el cabello. Lo había hecho antes y a Shizuo le había agradado... sería apropiado.

Antes de que el informante pudiese incluso debatirse el teñir su cabello, la puerta se abrió de golpe para revelar a un fastidiado Shizuo. Usaba el mismo traje de bar ténder de siempre. Parecía que no ponía esfuerzo en nada de su apariencia. Izaya no pudo sino envidiar en silencio la despreocupada actitud del rubio.

No es que Shizuo supiera nunca eso, por supuesto.

—Vamos, princesa. Actúa como lo haces conmigo y todo estará bien, ¿okay? Sólo no seas un idiota —Shizuo ahogó una risa y tomó la mano de Izaya, halándolo fuera del baño antes de que pudiese siquiera protestar.

Un mohín creció en la cara del pelinegro y resopló para sí mismo, doblándose de brazos. ¿Quizá debiese usar sus ropas usuales entonces? Mmh, ¡pero estaban ya en el lavado!

¡Maldición, ¿Por qué era esto tan difícil?!

—Nos vamos ahora antes de que tu cabeza explote —decidió Shizuo y se puso sus zapatos, entregando al perturbado Izaya los suyos negros.

¿Siquiera esos zapatos iban con su sudadera gris? Concedido, eran negros y el negro combinaba con todo pero...

—¡Izaya!

El informante chilló de sorpresa al repentinamente encontrarse atrapado en un abrazo de oso. Poco a poco se relajó dentro de este, yaciendo su cabeza contra el pecho del rubio. Sus agitados ojos se cerraron al escuchar el estable latir del corazón de Shizuo, empezando a devolver el abrazo por sí mismo.

—Eres absolutamente maravilloso, ¿me oyes? No hay nada de lo que preocuparse, voy a estar a tu lado todo el tiempo. Lo prometo —murmuró Shizuo, una de sus manos encontrando agarre en el cabello de Izaya mientras empezaba a acariciarlo con gentileza.

Izaya asintió en respuesta, muy seguramente ocultando su rostro para que el ex-bar ténder no pudiera ver sus mejillas encendidas en rojo.

—No soy un niño, ya sabes. Hmph, no me importa lo que piensen de mí. Dios sabe que no me importan esas pequeñe- —fue interrumpido por unos labios presionando contra los suyos, forzándolo a callar.

Izaya suspiró en su beso compartido contentamente, envolviendo sus brazos en el cuello del rubio para halarlo más cerca. Fue demasiado rápido cuando el sabor a cigarros, leche y Shizuo se alejaron de él. Alzó la vista a su novio con lentitud, para nada sorprendido de ver a Shizuo sonriéndole tan gentil.

—Te amo, Izaya —el guardaespaldas murmuró, su mano todavía segura alrededor de la cintura del otro. Era más que obvio que el de cabello negro como cuervo estaba nervioso por la fiesta de hotpot de Shinra, y honestamente, él entendía el porqué, pero todavía le molestaba a este día que Izaya se rehusara a confiar en Shizuo cuando se sentía fuera de control.

Han pasado dos años, y aún Izaya todavía se guardaba sus sentimientos para sí mismo. A veces Shizuo captaría una mueca de dolor en los ojos de su amado, o un ápice de nerviosismo en la forma en que Izaya golpeteaba sobre su teclado.

Lo que siempre se aferraba a Izaya sin embargo... era la implacable fuerza de la soledad.

Ese es el porqué Shizuo había convencido a Shinra de permitir a Izaya ir a la fiesta, prometiendo que sería bien portado. El doctor, reacio, aceptó, e incluso más reacio aceptó pretender que él invitó a Izaya sin que nadie se lo pidiera.

Izaya no debía saber nunca ésta parte, sin embargo. Shizuo se aseguraría de ello.

Tomando la delgada mano del hombre más pequeño en la suya, Shizuo se repitió el voto que se hizo a sí mismo al principio de su relación.

Que haría a Izaya la persona más feliz que podía ser, y que lo protegería incluso si el mundo entero se ponía en su contra.

Saliendo del apartamento de Izaya, Shizuo tomó un profundo suspiro.

Siempre te protegeré, mi pulga.

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N/T: Me declaro culpable de no subir esto tan pronto como se publicó en el original en inglés, pero "Breaking Past" me consumió sin remedio... Pero bueno, helo aquí, por fin.

De nuevo, no sé cuándo la próxima actualización sea, así que sean pacientes.

¡Feliz inicio de semana y no olviden dejar sus preciosos comentarios! n_n]/

Los problemas de la Bestia y la PulgaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora