Capítulo 3.

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—Entonces..., ¿Debo firmar aquí? —la profesora de Sam asintió—.

—Luego de firmar debe pagar $60.00 dolares en efectivo —abrí los ojos como platos —para poder realizar el viaje de campo, la merienda para los dos días, y para el lugar en donde se va a hospedar —dijo seriamente—.

Diablos, ¿Cómo voy a conseguir los $60.00 dolares? es mucho dinero para mi, tendría que pedir un adelanto de la próxima semana en la cafetería, lo que gano no me es suficiente, apenas nos alcanza a Sam y a mi para comer a diario. Esta crisis económica es como si viviera pidiendo limosnas sentada afuera de un centro comercial, o quizá en el metro subterraneo, y lo que ganara tan solo fuera un cucarron y una moneda de ¢5 centavos, ugh. Tal vez... ¿Pasearía los perros de este barrio? No, no alcanzaría, y... ¿Qué tal... los perros de toda la ciudad? No sería tan mala idea.

Si claro...,praticamente no conoces ni una ardilla en el central park.

¡Hey! Claro que he visto ardillas antes... Y es cierto, no conozco casi a nadie; debería hacer nuevos amigos y...

—¿Y bien? —dijo Mrs. Adams sacandome de mis absurdos pensamientos —¿Pagará de una vez? para pagar tiene que firmar primero.

Lo pensé repetitivas veces en mi cabeza velozmente, para Sam sería muy importante dejarla ir, ya que estaría en contacto con los animales, y a ella le encantan los animales de granja, en especial a los polluelos. Sacudí mi cabeza para aclarar ideas y al final dije:

—Si, le pagaré los $60.00 dolares —tomé el esfero plateado y garabatee mi “firma" en la linea negra, junto a la firma de la promotora del viaje, aceptando los terminos que ese papel conllevaba —tenga —extrage de mi billetera dos valiosos billetes verdes, uno con valor de $50.00 y el otro de $10.00 —.

No seas tan dramática, me produces nauceas.

Y ahí estaba Gary denuevo.

Espero que esto que estoy haciendo por ella valga la pena, si Sam llega triste y desepcionada porque algo sucedió o no se divirtió lo suficiente, juro que jamas la vuelvo a dejar ir sola, tenga 30 años, menos o más, no la dejaré ir sola, iré con ella, así haya cualquier obstaculo en medio, una invación zombie, una plaga de conejos en el camino, un nido de cabellos enredados en mi cabeza, una araña ciclope de cuarenta patas y con un rabo, buscando un escondite entre mis zapatillas por ser agente secreto y...

Alice, cariño, te quiero, pero creo que debes dejar de ver cartoons.

Bien, como digas.

—Ojalá que la pequeña Sam se divierta —solté —.

—Claro que si, se divertirá, es un viaje pedágogico al campo, ¿Por qué no habría de divertirse?

—No lo se... algunas veces me preocupa que no se sienta agusta en un lugar distinto a la ciudad, —fruncí un poco el ceño — es su primer viaje sola..., bueno, en compañía porque usted estará allá, ¿cierto?

—Oh sí, claro que si.

—Esta bien, ¿ya me puedo retirar?

—Por supuesto —sonrió— que tenga un resto de día exelente.

—Gracias, igualmente.

Salí del aula de clases en donde estudiaba Sam. Joder, como me duele el trasero, deberían al menos poner sillas para los padres de familia, siempre hay que sentarse en esos mini acientos que en realidad no parecen acientos, sino que parecen puffs en donde se reposan los pies.

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