Helado de vainilla

369 48 19
                                    

Estabas feliz. Aunque las últimas dos semanas se habían pasado de lo más rápido para ti, todo era tan normal que hasta te daba miedo que todo haya ocurrido sólo en tu imaginación. Pero no era así. Lo podías comprobar por la fantasmal sensación que acariciaba tus labios cada que veías a Ichimatsu; eso había ocurrido, estabas seguro.

En dos semanas aún no sabías a dónde lo llevarías.

«Le gustan las cosas dulces»... Demonios, pensar en su cita te ponía de los nervios.

Aspiraste viendo las nubes, hasta habías olvidado que minutos antes tocabas tu guitarra en el tejado de la casa, pero eso fue antes de perderte en tus pensamientos. Y hablando de perderte en tus pensamientos... Observaste el ocaso admirando su belleza, la amplia gama de colores anaranjados y amarillos maravillaban tu vista. «Me gustaría mostrárselo a Ichimatsu» Sonreíste con ternura como sólo el pensar en tu hermano menor te causaba.

–¿Por qué esa cara de idiota? –Te sobresaltaste en tu lugar por la inesperada compañía y te hubieras caído del tejado de no ser por la mano que sostuvo tu hombro.

Aliviado, reíste quedamente pensando en su pregunta.

–He. –Fijaste tu mirada en él– Supongo que la heredé de ti. –y pudiste ver cómo entendía el contrainsulto, contagiándose con tu risa.

A pesar de que Osomatsu los había encontrado ya en dos situaciones bastante incómodas no era cómo si actuara... bueno como alguien actuaría de ver a dos de sus hermanos menores en tal escena. Al contrario, aprovechaba para burlarse cada que podía por el mal entendido. Pero sólo la primera vez que los encontró había sido un mal entendido y no estabas seguro de lo que pensaba de la última vez. Pasaste tu mano por las cuerdas de tu guitarra sin un acorde en específico, al momento que Osomatsu se sentaba en tu orilla.

–Me alegra que ya estés mejor. –Te dijo con un aire de sinceridad. Te gustaba cuando se tomaba su papel de hermano mayor; te hacía sentir que tenías a alguien en quien confiar–. ¿Algún día me dirán lo que pasó? –Te lo pensaste unos segundos.

–No creo que deba. –Dijiste, sin verlo, te sentías mal al ocultarle cosas. Te sentías mal porque lo que querías no estaba bien moralmente.

–¿Tan grave es? –Preguntó sin disimular su curiosidad. Esta vez no pudiste contestar. ¿Qué tan grave era? Bastante.

Se quedaron unos momentos en silencio, disfrutándolo.

–¿Conoces algún buen lugar para salir? –Preguntaste y pudiste ver cómo Osomatsu sonrió al momento que se rascaba la nariz.

–¿Pachinko? –Negaste– Si vas a las carreras de caballos ten cuidado con los caballos, a veces...

–No quiero apostar. –Dijiste antes de que continuara hablando, no querías que terminara la frase. El rio restándole importancia.

–¿Vas a salir con Ichimatsu, Karamatsu? –Te paralizaste mientras te preguntabas cómo lo sabía, pero te abstuviste de negarlo. Afirmaste con un ligero rubor en tus mejillas– Totty le ha estado acosando para que se pruebe toda clase de ropa —Soltó una risita—. Te pedirá cosas hasta que te quedes en quiebra. –Dijo burlonamente.

–Eso suena a algo que harías tú.

–Supongo que tienes razón. –Ni siquiera consideró negarlo, Osomatsu no tenía vergüenza alguna.

Tu suspiro fue un poco sonoro y él te vio con una ceja levantada, pero no dijo nada.

Aún no sabías qué hacer.

(...)

Te levantaste con todos los ánimos acumulados de los días en los que habían abandonado. Fuiste el primero en despertar, por lo que te tomaste tu tiempo para observar cada detalle de Ichimatsu y agradeciste por ser tú quien durmiera a su lado. Verlo dormir te producía una calma inexplicable, su rostro tan tranquilo y relajado no se podía apreciar de esa manera cuando está despierto.

ConsecuenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora