Capítulo 1

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-Es ella, de la que te hablaba el otro día – susurró una de las mujeres creyendo que no podía ser escuchada

-¿La que dices que se acuesta con los jefes? – preguntó la otra

-¡Estoy segura! – su tono casi dejaba de ser un susurro

-No la conozco pero he oído que es sumamente irritante

-El fiscal Park la odia

-Cielos, incluso los hombres la detestan, ni siquiera la ven como una mujer

-O una humana – se burló otra

Gwendal abrió la puerta sin ninguna delicadeza dejando que esta se azotara contra la del cubículo continuo, al salir echó un vistazo disimuladamente a los rostros congestionados de las harpías que se habían puesto a descarnarla viva cuando creían que podían hacerlo. Rio para sus adentros ante la acentuada incomodidad de las mujeres pero no dijo ni una sola palabra al respecto, estaba consciente del efecto que su sola presencia les causaba y con eso le bastaba y sobraba, que no fueran capaces de encararla era su satisfacción silenciosa.

Cerró su polvo compacto después de darle los toques finales a su nariz y a través del espejo les dedicó su mejor sonrisa, hoy era su día, ganaría ese caso y no permitiría que nadie lo arruinara.

-¿Nos habrá escuchado? – susurró una de las mujeres creyendo que Gwen estaba lo suficiente lejos

<<Cada palabra >>, pensó Gwen en respuesta mientras salía del baño de damas.

Era sorprendente como siendo el sexo considerado débil, las mujeres podían llegar a ser tan crueles entre ellas mismas, aunque en realidad esto a la joven abogada ya no le extrañaba. En aquel medio no sólo mujeres sino que hombres y todos en general se hallaban dentro de una lucha de poder para demostrar quién es más fuerte y harían lo que sea por coronarse con esa posición, obtener respeto se ganaba con sangre y perderlo era cuestión de segundos. Lo anterior sólo había sido el intento desesperado de un puñado de mujeres inútiles que no conseguían destacar por sus propias cualidades, una total pena.

Se dirigió a la sala de juicio con el sonido de sus tacones haciéndole coro al caminar, una vez que todos los presentes se acomodaron y el juez tomó su sitio supo que era tiempo de entrar en acción. La situación era clara, su cliente era acusado de intento de asesinato por estar en el lugar y la hora menos conveniente, la víctima se hallaba hospitalizada debido a múltiples contusiones al caer por la ventana desde el segundo piso del instituto y casualmente su cliente es el único que estaba en la habitación además de la víctima al momento de los hechos. La cosa se complica tomando en cuenta que la víctima sufría de constante acoso escolar por parte de su cliente.

-Abogada ¿reconoce los cargos?

-Mi cliente se declara inocente su señoría

Toda la sala guardó silencio unos segundos. Una declaración como esa solo condenaría al acusado si finalmente no se probaba su inocencia, el ambiente en la habitación se tensó, el fiscal Park la miró con una mezcla de odio y compasión a partes iguales, aquel hombre creía que ya la tenía servida en su plato sin embargo no contaba con las cartas que había preparado bajo su manga.

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Cuanto llegó a casa todas las luces se hallaban apagadas y no se molestó en encenderlas, se quitó los zapatos en la entrada y caminó por la alfombra disfrutando de estirar sus atormentados dedos de un pesado día más de trabajo, le dolía la cabeza pero estaba satisfecha con el resultado de hoy. Los argumentos de Park habían sido contundentes y sólidos, incluso empezó a sentirse un poco acorralada pero finalmente gracias a un mensaje de texto pudo salir bien librada. Quién diría que la víctima tendría la culpa de todo lo sucedido gracias a estar bajo los efectos de drogas; se le ocurrió solicitar la prueba cuando su cliente le habló acerca del extraño olor que le hizo asomarse a la habitación donde ocurrieron los hechos, después de hacer una investigación de campo más profunda logró encontrar las colillas de los cigarrillos, sólo necesitaba del resultado final del laboratorio para echarse la victoria a la bolsa y lo había conseguido.

A escondidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora