Capítulo 4

12 4 2
                                        


Hace algún tiempo oí a mis padres hablar acerca de una paciente que decidió en dado caso de entrar en fase crítica que no se le aplicara resucitación ni ningún otro medio para mantenerla con vida ¿Por qué? Su enfermedad, degenerativa y sin cura, la había estado consumiendo poco a poco hasta privarla de aquellas cosas que hacen que disfrutes de la vida; sabía que incluso si por obra y gracia se salvaba esa no es la vida que querría seguir viviendo, al final tarde o temprano acabaría muerta, así que prefirió no prolongar más su sufrimiento.

No espero que nadie entienda mis razones o el motivo por el cual me he comportado como un maldito perro pero, si algo debo decir en mi defensa es que, esa paciente y yo nos parecemos.

<< ¿Para qué pelear una batalla sabiendo que la guerra ya está perdida?>>, si pienso en ello seriamente casi logro convencerme de que he tomado la decisión más sabia y conveniente pero, en cuanto sus ojos vidriosos aparecen en escena no hay excusa o defensa que valga.

He sido un total cobarde.

-Señor Evans ¿Quiere leer el siguiente párrafo?

<<Lo que me faltaba>>, aclaro mi garganta y paso los ojos sobre el libro de texto como si verdaderamente llevara cuarenta minutos prestando atención en lugar de martirizarme mentalmente por lo sucedido con Gwen.

-Tercer párrafo – me susurra Gabriel desde atrás

Empiezo a leer fingiendo confianza bajo la recelosa mirada del señor García, al menos parece que lo he convencido.

-Suficiente, siguiente párrafo señorita Kim

Apenas me he sentado cuando Gabriel ataca con preguntas.

-¿De verdad estás bien? Por poco y te pilla el profe, tú siempre sueles manejarlo...

Su voz suena sincera a pesar de que no puedo ver su rostro.

-¿Alguna vez has hecho llorar a una chica? – me aventuro a preguntar, aunque estoy casi seguro de la respuesta

-Levi ¿Estás saliendo con alguien? – responde en lugar de lo que yo pensaba provocándome un micro infarto

De acuerdo, he subestimado los poderes perceptivos de Gabriel.

-Por supuesto que no – respondo de inmediato, tal vez demasiado rápido como para sonar convincente. No quiero que haga más preguntas pero creo que está a punto de hacerlo, lo veo venir.

-Eso es todo por hoy, jóvenes

Justo antes de que a Gabriel se le pueda ocurrir cuestionarme más la clase ha acabado, ya nada me detiene a esta banca.

-¿A dónde vas? – Me pregunta cuando estoy a punto de salir por la ventana – Nos toca cálculo

-A despejar mi mente, la física me agota

Gabriel pone mala cara pero él siempre lo hace cada que me salto una clase.

Dicho esto salgo por la ventana del segundo piso con toda la confianza y pericia que me ha proporcionado hacer esto cada día, me deslizo por la cornisa hasta llegar a las ramas bajas del árbol plantado en el patio y aterrizo en un arbusto cercano. No es necesario que diga hacia dónde voy, creo que eso ustedes ya lo saben.

El gimnasio está vacío, conozco bien los horarios y es por eso que puedo utilizarlo cuando me dé la gana sin ser molestado.

Hoy estoy jugando mejor que otros días; solo soy yo, el chirrido de mis deportivas y el rebote del balón, tal como debe ser.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 05, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

A escondidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora