Fiesta

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El castillo estaba a todo su explendor. Los invitados comenzaban a llegar.

—Padre ¿está seguro?

—Si. Akashi pagará. Se arrepentirá de hacernos traicionado.

—Bien...

———————

Estaba harto del bullicio de los invitados.

—¿No piensas bailar?

—No, madre. Estoy esperando a alguien.

—¿Es el doncel que tu padre me dijo?

Miró a su madre, Akashi Shiori, era una mujer pelirroja de ojos celestes. La máscara plata cubría su rostro.

—Tetsuya dice que es muy lindo.

—Lo es— sonrió al recordar lo feliz que se miraba Kōki conociendo el reino.

—Masaomi quiere conocerlo.

—...— dudó —. No sabe quién soy.

—¿No? ¿No es del reino?

—No. Por lo que dice, no sabía que los reinos existían.  Creía que todo el mundo  había dejado de existir. 

—¿Cómo es posible? Hace años que se fundaron los reinos.

— Presiento que su tío lo ha mantenido encerrado. Cuando lo conocimos parecía que era su primera vez fuera de su hogar.

—Tengo mala espina de esto. Intentaré hacer que se quede aquí.

—Gracias madre.

Sonrió y le besó la mejilla —Feliz cumpleaños.

Observó a su madre alejarse. Y soltó un gran suspiro.

—Sei-chan ¿Bailamos?

—Reo— observó al doncel —. Eso deberías decírselo a Kōtaro. Se muere por bailar contigo.

—Esta bailando con esa— dijo, estabas furioso.

—¿Y por eso vienes a que baile contigo?— rió divertido, estiró su mano —¿Me permite esta pieza?

Sonrió encantado e hizo una reverencia —Sera un honor, mi principe.

Sujetó la mano de Reo y lo guío a la pista de baile. Comenzaron a bailar lentamente. Sonrió aún más al ver la mirada de Kōtaro —Esta celoso.

—Sí lo estuviera no me hubiese dejado bailar contigo— farfullo molesto.  Siempre estuvo enamorado de Kōtaro. Apenas y había tenido un beso hace 5 años, pero luego Kōtaro se distanció de él.

Rió divertido —Pero él está... — la larga trenza castaña llamó su atención —Llegó...

—¿Tú novio?

—Aun no lo es... Pero esta noche no lo será.

—Ve por él.

Asintió corrió detrás del castaño, pero cuando lo llamaba no se detenía.  Lo siguió hasta el laberinto y se adentraron a él.

—Al fin te detienes, Kōki— dijo algo cansado.

—Kōki no está aqui.

Se paralizó al escuchar la voz y más al ver caer la gran trenza.

—Así que era con el príncipe Seijūrō con quién se veía.

Se atemorizó al ver los cuchillos del pelinegro —¿Quién es usted? ¿Dónde está Kōki?

——————

—Tengo que salir de aquí— chocaba contra la puerta de su habitación. Su tío lo había encerrado.

—¿Desde cuándo te escapas?

—T-Tío.

—He dicho desde cuándo— sujetó abruptamente al castaño, haciendo que el paquete cayera —. ¿A que reino fuiste?

—Y-Yo...

—Dímelo.

—¡Rakuzan!

Soltó al castaño y comenzó a dar vueltas por el lugar —¿Quién te compro eso? ¡Dímelo!

—¡No lo sé!— Sollozó, aterrado —Tra-Trabaja para el rey.

—Mientes. Dime su nombre.

—¡No lo sé! No sé su nombre.

—¿Sabe el tuyo?

—Sí— recibió una fuerte bofetada que hizo que se golpeara contra la pared.

—Eres un inútil. Todo se va arruinar.

Fue jalado hasta su habitación.

Jamas saldrás de...— su vista recayó sobre la invitación, la leyó— Jamás saldrás de aquí. Y solo tengo  un testigo.

La mirada le hizo asustarse —¿Qué piensa hacer?

Deshacerme del testigo— sonrió y sacó el cuchillo que siempre portaba.

Retrocedió asustado pero fue jalado del cabello —No— chilló.

—Esto me servirá— movió la trenza de un lado al otro —Jamás volverás a salir de aquí.

—No— golpeó la puerta, está no se abría —¡No le haga nada! Por favor.

No sabía qué hacer.

Tenía horas intentado salir.

Temía por  la vida del pelirrojo. 

Entonces una loca idea surco su mente.

Doncel cautivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora