Capítulo 2

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En la prisión el tiempo parecía detenido, como si el reloj que movía al mundo simplemente se hubiera parado, sin decirle a nadie. No había forma de saber si era de día, atardecer o noche, sin ventanas, sin el Sol dejando ver sus rayos por algún pequeño lugar y sin la luna que llenaba de blanco los territorios que alcanzaba reflejando a su contra-parte. Allí, solo había una tenue luz que era proporcionada por las velas que se extendían a lo largo de la pared opuesta del pasillo.

La puerta rechinó muy suavemente, como si aquel que la abriera no deseara hacer ruido. Dejó que su vista pasara entre los barrotes para intentar identificar quién se acercaba con paso cauteloso. Su memoria no guardaba un gran recuerdo del vampiro que lo había llevado allí, pero este parecía ser mucho más pequeño, su capa no era tan larga pero su cabello era igual de negro.  

Se mantuvo sentado en el suelo, con sus brazos colgando a los lados, sus manos apoyadas sobre él y su cabeza contra la húmeda la pared. El sonido de aquel nuevo extraño al apoyarse contra los barrotes de la puerta de la celda resonaron por toda su cabeza y por segundo se preguntó si aquel lugar tenía eco.

- Hola- la voz sonaba suave, incluso podría afirmar que era curiosa.

Encre intentó centrar sus ojos en él. Su rostro era oscuro por tener las luces a sus espaldas. Él mismo estaba cansado como para hacer un gran escaneo de quien tenía delane, pero no deseaba dormir, no ahora y definitivamente no allí. Una ola de duda lo recorrió, no sabía si debía contestar a quien tenía delante o solo dejarlo hablar ¿Debía asentir? ¿Darle alguna señal de que lo estaba oyendo? No necesitó una respuesta, el de cabello negro frunció los labios y luego continuó

- ¿Estás muy herido? ¿Puedes levantarte?- preguntó, todo en susurros, otro indicador de que no quería ser encontrado allí.

- ¿Qué quieres tú?- preguntó el peliblanco.

Aquello pareció tomar por sorpresa al recién llegado, quizás aquella no era la reacción que esperaba.

- Quiero ayudarte- afirmó luego de unos segundos.

- Entonces sácame de aquí, déjame ir a casa- pidió.

- Hacer eso solo empeorará la situación- respondió sin dudar- ¿Crees que...- pareció dudar pero luego de unos milisegundos volvió a hablar- ¿Crees que Fallacy te dejará ir tan fácil? El pueblo no está lejos, buscarte es solo un juego de niños- se encogió de hombros.

El silencio volvió a reinar. El nuevo muchacho se separó de la celda y volvió a caminar a la puerta. Encre frenó sus propios instintos de gritarle que no se fuera, de todos modos quizás ni siquiera sabía si tendría algún efecto. La puerta del final volvió a abrirse, rechinando, pero esta vez tardó mucho más tiempo en ser cerrada, lo que al peliblanco le pareció curioso, cuando creyó que pasaron alrededor de treinta segundos se giró, estaba levemente abierta, el color que se reflejaba en una pequeña parte de su madera era rojizo o anaranjado, no iba a ponerse muy exigente en ese momento, aún así no se trataba de la luz que pudieran dar los rayos del Sol, era una luz artificial, provocada por las velas que crepitaban, lo comprobaría si esa luz ocupara un área más extensa que solo unos centímetros. Pero solo con eso ya tenía una idea, no estaba en las afuera de nada, cruzando la puerta había algo más, algo que no conocía ni tenía registro.

Luego de alrededor de dos minutos volvió, cerró nuevamente la puerta con el menor ruido posible, algo escondían sus manos. No parecía que el muchacho estuviera apresurado, podía parecer algo nervioso, pero no apresurado. Volvió a posicionarse delante de la celda, extendiendo su brazo derecho entre los barrotes, abrió la mano, mostrando un trozo de pan, lo sostuvo esperando a que Encre lo tomara, sin dejarlo caer al suelo. El contrario se mantuvo contra la pared. Una parte de él no quería estaba seguro de que acercarse fuera la mejor idea ¿Y qué tal si tomaba su mano y este le hacía daño? Tal vez el muchacho ya lo hubiera hecho antes si hubiera querido, envenenado esa trozo no estaba, si el tal Fallacy lo quería con vida entonces estaba seguro de que ese el chico no querría matarlo. Respiró sonoramente. Su estómago cuando se contrajo con la salida de aire. Llevó la vista más allá, el pelinegro le sonreía levemente, parecía tener una notable paciencia. Finalmente se puso de pie, la sala de su alrededor dio un par de vueltas leves antes de que se decidiera a caminar y estirar su mano para tomar la comida ofrecida. Se volvió a sentar en el suelo con sus piernas cruzadas, esta vez en el centro de la celda y comenzó a comer, no sabía si era el hambre, pero de verdad tenía un delicioso sabor. Estaba feliz de poder tragar comida. 

La Magia De Las Almas (Encre x Fallacy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora