Ese día Harry se encontraba en clase de biología. La tarde anterior la habían pasado Zayn y él con su familia, todo fue de maravilla; sus padres lo amaron y su hermana estaba feliz de que por fin alguien le había dado una lección a los idiotas que lo molestaban.
No había nada interesante, solo él leyendo ciertas paginas que el profesor les había indicado. A veces cuando venía de mal humor solía hacer eso; muchos decían que era porque su esposa no había querido jugar una noche anterior. A Harry le gustaba pensar que simplemente su ducha no tenía agua caliente.
Hubo un momento en el que estuvo a punto de quedarse dormido, pero la cansada voz del maestro lo sacó de sus pensamientos.
—Sus cuadernos en mi escritorio, revisaré la tarea de ayer.—
Mierda, la tarea. Sí la había hecho, el problema es que su cuaderno se había quedado en su casillero.
Salió del salón con la excusa de que iría al baño, pero se desvió camino hacia su casillero. Al llegar, marcó la combinación de él y sacó el respectivo cuaderno que utilizaba; cerró el locker para después comenzar a caminar de vuelta.Pero antes de llegar, exactamente cuando pasaba junto a la habitación del conserje, la puerta de ésta fue abierta y el rizado introducido a ella. Fue puesto contra la pared de forma algo brusca, sin tiempo para procesar todo sintió como un par de labios se posaron sobre los suyos. No entendía nada, y cuando logró divisar quién era entendió menos. Tenía a Louis encima besándole, quiso pellizcarse a si mismo para comprobar si no era un sueño; simplemente estaba estático. Pero eso cambió cuando las manos del mayor se pusieron alrededor de sus caderas y apretaron éstas. Sus labios comenzaron a moverse al compás de los contrarios, encajando a la perfección con ellos. El cuaderno cayó al piso. Ambas manos fueron a los cabellos de la nuca del ojiazul y los dedos de ellas se enredaron en estos. Tantas emociones explotando al mismo tiempo. Tantos recuerdos llegando de golpe. El recuerdo de su primer beso.
—¡Loulou! ¡Baja de ahí, te lastimarás! No es necesario— gritó el pequeño rizado hacia su mejor amigo desde los pies del árbol.
El mayor estaba estirándose en una de las ramas más altas para conseguir una flor que al ojiverde le había gustado. Y la consiguió; arrancó la flor y la sujeto con cuidado entre sus dientes para después comenzar a bajar. Solo que antes de bajar por completo una de las ramas se rompió y cayó contra el duro suelo.
El más pequeño rápidamente fue hacia él desbordando preocupación.—Louis, ¿estás bien? Te dije que no, es mi culpa.— su labio inferior fue atrapado entre sus dientes y sus ojos se llenaron de pequeñas lágrimas.
Lágrimas que no fueron derramadas gracias a los pulgares del castaño que limpiaron éstas.
—Claro que no fue tu culpa, Hazz. Fue mía por ser tan torpe.— dijo arrugando la punta de su nariz mientras quitaba la flor de sus labios y la entregaba hacia el contrario. —¿Una flor para otra flor?—
Las mejillas del menor se encendieron ligeramente a la vez que dejaba a Louis acomodar la flor detrás de su oreja. Una amplia sonrisa se formó en sus labios cuando los dedos del mayor comenzaron a jugar con sus rizos.
—¿Estás seguro de que no te lastimaste?— preguntó cerrando los ojos por un momento, disfrutando de la sensación del sol contra su piel y Louis moviendo sus dedos. (Epale, cochinas.)
—Estoy seguro, bebé. No seas tan preocupón.—
El ojiazul siempre era tan lindo con él y jamás podía encontrar una buena forma de agradecerle que no fuera con un común "gracias"; aunque podría...
Sus ojos se abrieron para encontrarse con el castaño observándole con una leve sonrisa. Tomó una suave bocanada de aire antes de sujetar el rostro del contrario entre sus manos y presionar sus labios contra los suyos.
Y ese fue el primer beso de ambos.
Pero como siempre, todo lo bueno tiene un fin. Y el fin de ese beso fueron las respiraciones agitadas de ambos mezclándose; y Louis abandonando el lugar segundos después.
Dejando a un Harry bastante confundido.