F O U R T E E N

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Ambos entraron a la casa. La casa de Zayn por fuera era de dimensiones similares a las de su casa, les diferenciaba los voluminosos rosales que Trisha y su hija menor cuidaban a morir; pero por dentro sus casas eran en verdad diferentes, las paredes color hueso y los muebles estratégicamente colocados hacían que el lugar se viera más grande de lo que realmente era.

Era una casa preciosa, pero jamás silenciosa como lo era en ese momento. No un silencio incómodo de soledad, sino uno cómodo de tranquilidad.

Harry frunció el ceño al notarlo. Desde su primera visita supo que la casa solo se podría encontrar en silencio por una razón; los hermanos de Zayn no estaban.

"¿No están los niños?" preguntó con voz suave, para no quebrar de golpe la escasez de sonido.

"No, Trisha ha salido con ellos desde hace un par de horas."

El rizado solo asintió mientras ambos pasaban por la puerta trasera. Lo primero que pudo divisar fue a un Zayn a la orilla de la alberca, sin camisa, con el pantalón arremangado y los pies dentro del agua.
Harry se adelantó un poco y, cuando estuvo justo al lado del ojimiel, se dejó caer rodeando su cuerpo en un casi sofocante abrazo. Zayn apenas y se sobresaltó antes de soltar una ligera risa e intentar, difícilmente, corresponder aquel abrazo.

"Luces bien, Hazz. ¿Chaqueta nueva?"

"Nueva sí, mía no." rió y dejó un corto beso en su mejilla antes de liberarle, sentándose junto a él.

"Oh, no me digas que es...la chaqueta." la ceja del ojimiel se arqueó, su mirada se concentró solo sobre la famosa prenda.

"Lo es, Zayn, y no puede tener ni un solo rasguño."

"Demasiado drama por un pedazo de tela." mencionó con simpleza a la vez que encogía sus hombros con desinterés.

"¿Bromeas? Casi te da un infarto hace una semana cuando empezó a llover y tus zapatos nuevos se llenaron de lodo." el menor golpeó jugando su mano contra el hombro del contrario, riendo al recordar la escena de días atrás.

"¡No es lo mismo! ¡Esos zapatos fueron hechos por dioses!"

Luego de eso todo lo que se alcanzó a escuchar fueron risas por parte del rizado, seguida por las contagiosas carcajadas de Zayn.

Liam, aún desde la puerta trasera los observaba con curiosidad. Debía admitir que la primera vez que escuchó hablar de Harry una sensación de celos se instaló dentro de él, pero ahora aquella sensación se había esfumado. Comprendía porqué Zayn le quería tanto, el lugar parecía llenarse de color con su presencia.

Se animó a ir hasta ellos, sin prisa; tomó asiento igualmente en el piso, situado entre ellos pero un poco atrás para no romper el espacio entre los dos.

"Zayn me contó que también te suspendieron, Harry, ¿qué tal lo tomaron tus padres?" habló por primera vez Liam, recargando su cabeza contra el hombro del morocho.

El ojiverde sonrió ante su gesto.

"Lo tomó mejor de lo que creí, digo, sí me castigó pero al menos no se llevó mi computador."

"¿Estás con castigo?" Liam frunció el ceño, Harry solo asintió. "¿Y cómo es que estás aquí?"

"Bueno, mamá no estaba, solo papá, y es la primera vez que tengo un castigo, supongo que no sabe que cuando te castigan no tienen permitido salir."

Ésta vez los tres estallaron en risas.

El día se basó en eso, anecdotas de cada uno seguidas de fuertes risas. Cuando sus estomagos demandaron atención, Liam se encargó de cocinar una pasta que con solo el aroma los hacía babear. Incluso entraron un rato a la alberca, ambos enseñaron a Harry a mantenerse a flote cuando éste confesó no saber nadar.

Loulou.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora