CAPÍTULO 36

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Cuando James llegó a casa acompañado por Sirius al amanecer, después de haber llevado a Remus a su casa, sintió que dormiría para siempre, que jamás volvería a abrir los ojos. Es más, deseaba no despertar nunca jamás.

La noche sólo podía tener un calificativo; espantosa... y horrorosa, y temeraria... Dejémoslo en incalificable había pensado James mientras se tumbaba en su cama desvistiéndose. Lily no querrá saber nada de ti por ser un mentiroso y un delincuente, por no haber confiado en ella... Pero tampoco es que en esos momentos, James estuviera muy lúcido así que simplemente fue desconectando poco a poco. Estaba exhausto y empapado, lo que menos le apetecía era pensar, ni siquiera se preocupó por secarse, sólo dejó la ropa en el suelo y se quitó las gafas antes de que cayera rendido al sueño...

Por eso cuando abrió el ojo no sabía cuánto tiempo había transcurrido, ni si seguía soñando o simplemente es que no veía con mucha claridad sin las gafas, porque cuando se giró para ver quién le estaba abrazando por la espalda sólo la vio a ella.

Lily dormía profundamente abrazada a su cuerpo, sus delgados brazos le rodeaban con fuerza, como si necesitara tenerle para sentirse segura. Su boca estaba entreabierta y sus labios se le antojaron a James como el chocolate a una embarazada. Sus largas pestañas negras, sus pecas en las mejillas, su pelo rojo...

James se giró lentamente poniéndose las gafas hasta quedar frente a ella, intentando no despertarla. Sus piernas estaban entrelazadas y a James le pareció estar viviendo la mejor escena que podría haber imaginado. 

Lily. En su cama. Preciosa. Un ángel pelirrojo.

El muchacho sonrió y le acarició el pelo con mucha, muchísima delicadeza, disfrutando del tacto... simplemente de su presencia. Aspiró con fuerza su aroma y pasó las yemas de sus dedos por su rostro. Puede que, después de todo, no esté tan enfadada como yo creía pensó James admirándola No sabría que habría hecho si ayer le llega a pasar algo... añadió con preocupación frunciendo el ceño y bajando la mirada de un modo culpable.

- No pienses en ello, James.

Su voz jamás le había parecido tan hermosa. Alzó la vista rápidamente para encontrarse con sus preciosos ojos verdes.

- ¿Cómo...?

- Tu mirada lo dice todo.- resumió ella encogiéndose de hombros.

Lily no se había apartado bajo la caricia de James, pero tampoco se había acercado a él, ni le había respondido las caricias.

Suspirando, el chico se apartó ligeramente de ella y dejó caer el brazo sobre el colchón.
Lily le miró interrogante y curiosa por su distanciamiento.

Era hora de una disculpa.

- Perdóname, Lily.- volvió a bajar su mirada castaña de forma culpable.

Ella se quedó un momento mirándole, sumergida en sus pensamientos.

- Quiero que me digas por qué.- dijo al final.

James dudó en decírselo. 

Sirius le había presionado mucho la noche anterior mientras acompañaban a Remus a su casa. 

- Te pedirá que lo dejes Jimmy. Es una chica.

Remus había estado callado durante todo el camino. Se había desvelado su secreto, su peligroso secreto. Cuando por fin decidió romper su silencio, lo hizo con algo que ninguno de sus dos amigos querían oír.

- Quizá deberías hacer eso James. Dejarlo. Es peligroso y no quiero que lo tuyo con Lily se fastidie por mi.- Sirius resopló.- Y lo mismo te digo a ti, Sirius. Es ilegal, como alguien se entere vais a Azkaban...

Nunca digas nunca (Lily & James)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora